A principios de los sesenta, el geoquímico estadounidense Clair Patterson, en sus investigaciones exitosas para medir la edad de la Tierra, descubrió abundantes partículas de plomo en superficiales capas de hielo. Esto lo llevó a estudiar las nocivas concentraciones de plomo en el medio ambiente y la cadena alimenticia. Pudo asimismo determinar que procedían del uso de la gasolina. Su cruzada para eliminar el plomo en la gasolina tuvo durante muchos años la resistencia/ataque de las multinacionales petroleras. Finalmente, el Congreso norteamericano le dio la razón, y en 1970 aprobó la Ley de Aire Limpio.

Algo parecido ocurrió con el cigarrillo. En 1954, el epidemiólogo británico Richard Doll publicó una investigación que establecía por primera vez la relación del tabaco con el cáncer de pulmón y otras 19 enfermedades. Desde entonces, muchos estudios e investigaciones continuaron mostrando la nocividad del consumo de cigarrillos.

Pero en 1990 la industria del tabaco pierde un juicio en Minnesota, Estados Unidos.
Comenzaron así tímidos controles y campañas en contra del consumo de tabaco, lo cual ha venido contribuyendo a disminuir su consumo en el mundo.

En los últimos años, se han comenzado a investigar los efectos de las radiaciones electromagnéticas en la salud. Recientemente, han venido aumentando los estudios sobre los efectos de las radiaciones por el uso frecuente de los teléfonos móviles, y las radiaciones de las antenas. Hasta la fecha las investigaciones no son concluyentes.

Los seres vivos han interactuado desde el inicio de su evolución con las radiaciones ionizantes, las no ionizantes y los agentes químicos provenientes de fuentes naturales. Estas interacciones vienen incrementándose con la aparición de las fuentes artificiales que están siendo usadas en diferentes áreas de la actividad humana: industria, medicina, investigación y en los hogares. La importancia de conocer cuáles son los efectos biológicos producidos por estos agentes y si ellos son beneficiosos o no para la salud humana constituye en la actualidad una necesidad primordial.

Los efectos de los campos electromagnéticos han suscitado interés y curiosidad desde la antigüedad. Las primeras observaciones conocidas sobre los fenómenos eléctricos se remontan a Tales de Mileto (624-546 a.C.).

FUENTES NATURALES DE CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS

En el medio en que vivimos, hay campos electromagnéticos por todas partes, pero son invisibles para el ojo humano. Se producen campos eléctricos por la acumulación de cargas eléctricas en determinadas zonas de la atmósfera por efecto de las tormentas. El campo magnético terrestre provoca la orientación de las agujas de los compases en dirección Norte-Sur y los pájaros y los peces lo utilizan para orientarse.

FUENTES DE CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS GENERADAS POR EL HOMBRE

Además de las fuentes naturales, en el espectro electromagnético hay también fuentes generadas por el hombre: para diagnosticar la rotura de un hueso se utilizan los rayos X. La electricidad que surge de cualquier toma de corriente lleva asociados campos electromagnéticos de frecuencia baja. Asimismo, diversos tipos de ondas de radio de frecuencia más alta se utilizan para transmitir información, ya sea por medio de antenas de televisión, estaciones de radio o antenas de telefonía móvil.

¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE LOS CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS NO IONIZANTES Y LA RADIACIÓN IONIZANTE?

La longitud de onda y la frecuencia determinan otra característica importante de los campos electromagnéticos. Las ondas electromagnéticas son transportadas por partículas llamadas cuantos de luz. Los cuantos de luz de ondas con frecuencias más altas (longitudes de onda más cortas), estas transportan más energía que los de las ondas de menor frecuencia (longitudes de onda más largas). Algunas ondas electromagnéticas transportan tanta energía por cuanto de luz que son capaces de romper los enlaces entre las moléculas. De las radiaciones que componen el espectro electromagnético, los rayos gamma que emiten los materiales radioactivos, los rayos cósmicos y los rayos X tienen esta capacidad y se conocen como radiación ionizante

Las radiaciones compuestas por cuantos de luz sin energía suficiente para romper los enlaces moleculares se conocen como radiación no ionizante (RNI). Las fuentes de campos electromagnéticos generadas por el hombre que constituyen una parte fundamental de las sociedades industriales (la electricidad, las microondas y los campos de radiofrecuencia) están en el extremo del espectro electromagnético correspondiente a longitudes de onda relativamente largas y frecuencias bajas y sus cuantos no son capaces de romper enlaces químicos.


CAMPOS ELÉCTRICOS

Al enchufar un cable eléctrico en una toma de corriente se generan campos eléctricos en el aire que rodea al aparato eléctrico. Cuanto mayor es la tensión, más intenso es el campo eléctrico producido. Como puede existir tensión aunque no haya corriente eléctrica, no es necesario que el aparato eléctrico esté en funcionamiento para que exista un campo eléctrico en su entorno.

Los campos magnéticos se generan únicamente cuando fluye la corriente eléctrica. Cuanto mayor es la intensidad de la corriente, mayor es la intensidad del campo magnético.
Los campos eléctricos existentes en torno al cable de un electrodoméstico sólo desaparecen cuando éste se desenchufa o se desconecta de la toma de corriente, aunque no desaparecerán los campos eléctricos del entorno del cable situado en el interior de la pared que alimenta al enchufe.

En la actualidad los avances tecnológicos han aportado en el desarrollo científico e intelectual de la sociedad, pero si bien es cierto que así como han sido beneficiosos  también  han  generado  impactos negativos, como por ejemplo en el campo de la  salud pública; investigaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) dan fe de esta problemática y admiten que entre los factores principales se encuentran las telefonías móviles que transmiten información mediante señales de radiofrecuencia (RF) generando campos de RF que son los causantes del daño en el cuerpo humano, a esto se le adicionan efectos generados por algunos  electrodomésticos comunes, por otro lado, es importante aclarar que esta  problemática no es reciente, desde años anteriores se viene presentando e investigando este fenómeno, como lo expresa la propia OMS: un motivo de inquietud común en relación con las antenas de las estaciones de base y de las redes locales inalámbricas es el relativo a los efectos a largo plazo que podría tener en la salud la exposición de todo el cuerpo a señales de RF. Hasta la fecha, el único efecto de los campos de RF en la salud que se ha señalado en los estudios científicos se refería al aumento de la temperatura corporal (> 1º C) por la exposición a una intensidad de campo muy elevada que sólo se produce en determinadas instalaciones industriales, como los calentadores de RF. (OMS, 2006, p.1). 

Cuando se estudian los efectos de la radiación electromagnética existen ciertos aspectos importantes relacionados a este fenómeno físico, entre estos encontramos los dos tipos de radiaciones en la naturaleza: la radiación ionizante y la radiación no ionizante.

MARCO REGULATORIO INTERNACIONAL

En 1974, la Asociación Internacional para la Protección contra la Radiación (IRPA, siglas en inglés) formó un grupo de trabajo para examinar los problemas de salud generados por las RNI. En el congreso de la IRPA en París, realizado en 1977, este grupo se convirtió en el Comité Internacional para las Radiaciones No-Ionizantes (INIRC, por sus siglas en inglés) que, en cooperación con la División de Salud Ambiental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desarrolló información documentada sobre criterios de salud y su relación con las RNI, como parte del programa de criterios de salud ambiental de la OMS, auspiciado por el Programa de Naciones Unidas para el Ambiente (UNEP, siglas en inglés). En 1992, la Comisión Internacional para la Protección de la Radiación No Ionizante (ICNIRP, siglas en inglés) fue constituida como una comisión independiente para continuar el trabajo del INIRC y la IRPA. La ICNIRP se define como una organización no gubernamental sin ánimo de lucro, integrada por un grupo de científicos y reconocida por la OMS, que emite recomendaciones no vinculantes (ICNIRP 2010). En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, siglas en inglés) estableció en 1996 una regulación de la exposición humana a campos electromagnéticos en el rango de las RF, cuyo nivel máximo de densidad de potencia no debe superar los 10 W/m². Dicha norma se encuentra en revisión desde 2015 debido al crecimiento exponencial registrado en las emisiones desde hace 10 años (FCC-OET 1997). En 1998, la ICNIRP desarrolló una serie de recomendaciones de carácter no obligatorio que reconocían solo el efecto térmico de las emisiones, en las que se sugería un máximo de 10 W/m², el cual posteriormente fue actualizado a 5 W/m² (ICNIRP 2010). Países como Nueva Zelanda han propuesto rangos máximos de 0.01 W/m², Suiza de 0.05 W/m² e Italia de 0.1 W/m², muy por debajo del límite establecido por EUA en zonas de alto riesgo como hospitales y escuelas. Otros países, como China y Rusia, tienen límites tan diferenciados respecto a EUA que suelen confundir a los demás países u organizaciones, generando dudas sobre los efectos de las emisiones (CS 1999).

En vista de que la OMS desde hace unos años ha venido investigando el rol de los campos electromagnéticos (CEM) en la vida de los humanos, ya se puede reunir alguna información con respecto a la relación del uso del teléfono móvil con la generación de tumores en cabeza y cuello y sobre todo se ha establecido ciertas recomendaciones para la población en general.

En los últimos 44 años se han realizado diversas investigaciones sobre campos electromagnéticos y sus posibles efectos en la salud, publicándose aproximadamente 2900 estudios relacionados con cáncer. Uno de ellos, fue el de la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP, siglas en inglés), que declaró en su revisión que los estudios sobre el riesgo de tumor cerebral y leucemia en adultos en relación con la exposición ocupacional a CEM han variado desde asociaciones nulas a fuertemente positivas. En los estudios efectuados sobre cáncer de mama, se plantea la hipótesis de que los CEM suprimen la producción nocturna de melatonina, la cual es un inhibidor de la carcinogénesis mamaria. Por tanto, la reducción de la melatonina aumenta el riesgo de desarrollo de dicho cáncer. Sin embargo, hay otros procesos inducidos por CEM que también aumenta el riesgo de desarrollo de cáncer de mama como: la proliferación de células mamarias cancerígenas, la inhibición del proceso de diferenciación celular y la disrupción de señales de transducción mamaria.

TELÉFONOS MÓVILES

El número de usuarios de teléfonos inteligentes a nivel mundial supera los 3.000 millones en 2021. Los campos electromagnéticos producidos por los teléfonos móviles están clasificados por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer como posiblemente carcinogénicos para los humanos. En muchos países, más de la mitad de la población usa teléfonos móviles y el mercado está creciendo rápidamente.

En algunas partes del mundo, los teléfonos móviles son los más seguros o los únicos teléfonos disponibles. Dada la gran cantidad de usuarios de teléfonos móviles, es importante investigar, comprender y monitorear cualquier impacto potencial en la salud pública.
Los teléfonos móviles son transmisores de radiofrecuencia de baja potencia que operan a frecuencias entre 450 y 2700 MHz, con potencias máximas en el rango de 0.1 a 2 vatios. El teléfono solo transmite energía cuando está encendido. La potencia (y, por lo tanto, la exposición de radiofrecuencia del usuario) disminuye rápidamente a medida que aumenta la distancia del teléfono. En consecuencia, una persona que utilice un teléfono móvil a una distancia de 30 a 40 cm de su cuerpo (por ejemplo, cuando envíe mensajes de texto, acceda a Internet o use un dispositivo de manos libres) tendrá una exposición mucho menor a los campos de radiofrecuencia que una persona que sostenga el teléfono cerca de su cabeza.
El uso del teléfono en áreas de buena recepción también reduce la exposición, ya que permite que el teléfono transmita a una potencia reducida.

¿Hay efectos sobre la salud? Se han realizado una gran cantidad de estudios en las últimas dos décadas para evaluar si los teléfonos móviles representan un riesgo potencial para la salud. Hasta la fecha, no se han establecido efectos adversos para la salud causados por la utilización del teléfono móvil.

Efectos a corto plazo:

El calentamiento de tejidos es el principal mecanismo de interacción entre la energía de radiofrecuencia y el cuerpo humano. En las frecuencias utilizadas por los teléfonos móviles, la piel y otros tejidos superficiales absorben la mayor parte de la energía, lo que produce un aumento insignificante de la temperatura en el cerebro o en cualquier otro órgano del cuerpo.

Varios estudios han investigado los efectos de los campos de radiofrecuencia en la actividad eléctrica cerebral, la función cognitiva, el sueño, la frecuencia cardíaca y la presión arterial en voluntarios. Hasta la fecha, la investigación no sugiere evidencia consistente de efectos adversos para la salud por la exposición a campos de radiofrecuencia en niveles por debajo de los que causan el calentamiento del tejido. Además, la investigación no ha podido demostrar una relación causal entre la exposición a campos electromagnéticos y los síntomas autoinformados, o hipersensibilidad electromagnética.

Efectos a largo plazo:

La investigación epidemiológica que examina los riesgos potenciales a largo plazo de la exposición a la radiofrecuencia ha buscado principalmente una asociación entre los tumores cerebrales y el uso de teléfonos móviles. Sin embargo, debido a que muchos cánceres no son detectables hasta muchos años después de las interacciones que desarrollaron el tumor, y como los teléfonos móviles no se usaron ampliamente hasta principios de la década de 1990, los estudios epidemiológicos en la actualidad solo pueden evaluar aquellos cánceres que se manifiestan en periodos de tiempo más cortos. Aun así, los resultados de estudios en animales muestran de una manera consistente que no hay un mayor riesgo de cáncer por exposición a largo plazo a campos de radiofrecuencia.

El mayor estudio retrospectivo de casos y controles hasta la fecha sobre adultos, Interphone, coordinado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), fue diseñado para determinar si existen vínculos entre el empleo de teléfonos móviles y los cánceres de cabeza y cuello en adultos. El análisis agrupado internacional de los datos recopilados de 13 países participantes no encontró un mayor riesgo de glioma o meningioma con la utilización de teléfonos móviles durante más de 10 años.

Basándose en una gran parte de estos datos, IARC ha clasificado los campos electromagnéticos de radiofrecuencia como posiblemente carcinogénicos para los humanos (Grupo 2B), una categoría utilizada cuando una asociación causal se considera creíble, aunque no se puede descartar el sesgo o la confusión con una confianza razonable.
La red 5G se refiere a la quinta generación de redes móviles que promete el desarrollo de comunicaciones inalámbricas masivas, especialmente, las comunicaciones entre máquinas, además, una navegación diez veces más rápida y disminución de la latencia, es decir, del tiempo de respuesta de la red (Flores, 2020).

Para que la red 5G funcione necesitara viajar en ondas de radio de muy alta frecuencia, las cuales al volverse débiles a largas distancias dependen de la instalación de millones de antenas, lo que permite que los campos electromagnéticos se enfoquen más directamente, por ejemplo, sobre una persona que está usando su teléfono móvil.

Para los seres humanos, las ondas electromagnéticas de la red 5G pueden penetrar en el cuerpo y provocar un aumento en la temperatura de los tejidos, problemas de salud como trastornos del sueño, dificultades de memoria o déficit de atención en niños y niñas.


WIFI

En el imaginario social se considera que algunos aparatos electrónicos pueden ser perjudiciales para la salud de las personas. Objetos tan cotidianos como los portátiles o los móviles no se escapan de estas creencias. Incluso se considera que el Wifi también puede llegar a ser dañino en algunos casos. Sin embargo, un nuevo macroestudio publicado en la prestigiosa Critical Reviews in Environmental Science and Technology ha demostrado que nada de estos es cierto y que el Wifi no tiene ningún efecto negativo en la salud de las personas.

Encontramos poca evidencia de que la exposición al Wifi sea un riesgo para la salud en un entorno cotidiano
Martin Röösli

Martin Röösli, autor del estudio y uno de los investigadores más reputados en el campo del electromagnetismo, ha revisado todos los artículos previos sobre los efectos nocivos del Wifi en las personas para elegir 23 de los 1.385 realizados. Solamente esta pequeña muestra se había seguido una metodología correcta y tomando como muestra a un amplio espectro de la población.

Las conclusiones de este macro estudio son claras: "encontramos poca evidencia de que la exposición al Wifi sea un riesgo para la salud en un entorno cotidiano".

En este sentido, las radiaciones electromagnéticas que emiten el Wifi o el cuestionado 5G no afectan negativamente a los humanos, ya que su onda es muy larga y su potencia muy baja. Por lo tanto, está muy por debajo de los niveles de radiación ionizante.


CONCLUSIONES

Un vistazo a los titulares de las noticias de los últimos años permite hacerse una idea de los diversos aspectos que preocupan a la sociedad. En el transcurso de la última década, se han planteado dudas relativas a los efectos sobre la salud de numerosas fuentes de campos electromagnéticos, como las líneas de conducción eléctrica, los hornos de microondas, las pantallas de computadora y de televisión, los dispositivos de seguridad, los radares y, más recientemente, los teléfonos móviles y sus antenas de cobertura.

Las radiaciones electromagnéticas no ionizantes constituyen una problemática ambiental y de salud pública que ha estado presente en nuestra sociedad desde hace muchos años, aun así, se reportan pocas investigaciones sobre este fenómeno, pero las existentes no llegan a ser totalmente concluyentes o al menos no llegan a coincidir en cuanto a los resultados obtenidos.

Encontramos resultados contradictorios sobre la posibilidad que exista una relación causal entre CEM de baja frecuencia y tumores, ya que varios de los cánceres estudiados son de origen multifactorial. Los estudios analizados sugieren que los CEM pueden ser una de sus causas, sin lograr obtener datos consistentes que lo justifiquen. El periodo de exposición para el desarrollo del cáncer siempre es previo a la fecha en las que se realizan las mediciones. Por tanto, se desconoce el tiempo de inducción exacto para la aparición de las enfermedades.

Tras la revisión de la literatura científica, no se puede llegar a ninguna conclusión sólida sobre la asociación de exposición ocupacional a CEM y el riesgo de aparición de cáncer. Sin embargo, hay evidencias débiles de que altos niveles de exposición podrían aumentar el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer. Debido a que no existe un patrón definido y homogéneo para la medición de exposición a CEM, la comparación entre los distintos estudios es difícil de analizar.

Se recomienda que se promuevan más investigaciones y se vigile la evolución del conocimiento sobre los efectos de los campos electromagnéticos y la salud humana, este seguimiento permitiría la adopción de las medidas adicionales de control y protección sanitaria, si así lo aconsejasen las nuevas evidencias obtenidas de los estudios que actualmente están en marcha.

Este artículo pretende concienciar acerca de la importancia que tiene el desarrollo de las telecomunicaciones, siempre y cuando este se logre sin afectar al medio ambiente y, en consecuencia, a la salud humana. Por último, se recomienda a los organismos gubernamentales, generar campañas de información y concientización pública sobre el uso de los equipos que emiten radiación electromagnética y cuidar la cercanía a fuentes de radiación más intensa.

Enfermero de Atención Primaria, Máster en Atención Prehospitalaria y Hospitalaria Urgente

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