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Partiendo de la premisa de que la enfermería es la más antigua de las
artes, pero a la vez la más joven de las profesiones, en el escenario
pandémico actual se hace más necesario que nunca una reflexión sobre
este noble arte y bella profesión.
En la actualidad todos los profesionales sanitarios, y especialmente
enfermería, están inmersos en unos tiempos convulsos. Creo oportuno hacer
un análisis sobre la situación presente y hacia dónde debe
encaminarse el futuro de la enfermería.
ORÍGENES DE LA ENFERMERÍA
Desde los inicios de la humanidad la figura del cuidador ha estado
presente en todos los ámbitos de la historia. Desde los primeros
colectivos humanos, donde siempre han existido personas incapaces de
valerse por sí mismas, estas ya recibían cuidados propios de este oficio
por parte de otros miembros de la tribu, principalmente mujeres, las
cuales se dedicaban mayormente al cuidado de los niños y a la
recolección.
Con el paso del tiempo el papel del cuidador quedó relegado a las
clases bajas, mientras que la medicina estaba reservada a las clases
altas. Así, el cuidado de los enfermos en la antigua Roma era realizado
por esclavos o sirvientes y, a pesar de que tanto hombres como mujeres
realizaban estos cuidados, fueron también ellas las que tenían más
prestigio y reconocimiento con motivo de su dedicación y participación
en los cuidados del parto y del recién nacido.
Con la llegada del Cristianismo, el papel del cuidador siguió
realizándose por las clases bajas y estaba destinada principalmente al
cuidado de los marginados sociales (presos, enfermos de lepra o peste,
deficientes), y más que nunca se trataba de una tarea reservada a la
mujer, que al quedarse al cuidado del hogar y los hijos, vivía
relacionada con otras mujeres que poseían conocimientos sobre la materia
y que se transmitían de unas a otras.
Desde el punto de vista científico el estudio de los orígenes de la
enfermería como oficio reconocido se divide en dos etapas: la primera,
que comprende desde las primeras culturas existentes hasta el siglo XIX,
nos habla del enfermero entendido como la persona que propicia cuidados
a un enfermo o persona incapaz de valerse por sí misma. De esta etapa se
conocen pocos detalles, ya que prácticamente no existen fuentes ni
testimonios escritos y, por tanto, los conocimientos del oficio se
realizaban mediante la transmisión oral y el aprendizaje práctico. Hacia
el final de esta primera etapa aparecen los primeros escritos breves
asociados a la enfermería que tienen su origen en el mundo monástico,
cuna de la cultura y los primeros escritores. El interés y preocupación
de la iglesia por los enfermos y los marginados sociales se basa en los
valores cristianos de la caridad, la igualdad y la ayuda al desamparado.
Además, era la única institución con estos valores que disponía de
suficientes recursos para crear hospitales y asilos.
La segunda etapa de la enfermería se inicia en el siglo XIX con las
reflexiones de los intelectuales sobre las tareas realizadas por esas
personas conocidas como cuidadores. El primer manual conocido de la
enfermería como disciplina data del 1617 y recoge una serie de
instrucciones para enfermeros donde se describen técnicas y
procedimientos para practicar a los enfermos. Así pues, empiezan a
florecer las enseñanzas teóricas de esta disciplina y se va produciendo
de forma paulatina una institucionalización como profesión. A pesar de
estos primeros manuales, el primer referente que consiguió posicionar la
enfermería como un oficio imprescindible en la sociedad fue Florence
Nightingale, una de las primeras cuidadoras que escribió sobre su
trabajo refiriéndose a él como “tareas de enfermera” y, por ello, es
considerada la madre de la enfermería moderna. De origen social elevado,
sus creencias religiosas le llevaron a rechazar el papel al que estaba
destinado como mujer de clase alta y dedicarse al cuidado de los
soldados heridos. En 1860 instauró los cimientos de la enfermería
profesional y estableció una escuela propia de enfermería en Londres
llamada Saint Thomas Hospital que aún funciona en la actualidad.
CUERPO CIENTÍFICO DE LA ENFERMERÍA
Es a partir de la década de los años 50 del siglo XX cuando los
profesionales de enfermería comienzan a desarrollar las teorías y los
modelos conceptuales que en su evolución han llegado hasta nuestros
días. Algunas de las autoras son: Hildergarde Peplau, Ida Jean
Orlando, Virginia Henderson, Martha Rogers, Dorothea Orem y Sister
Callista Roy, entre otras. Cada una de estas propone diferentes
visiones de la enfermería, entendiendo además que cada una fue creada
bajo la influencia de algún acontecimiento sociocultural que
condicionó su desarrollo, así mismo mantienen una tendencia repetitiva
en conceptos como: ciencia, diagnóstico, respuestas humanas, cuidado y
holismo. Y también tienen todas cuatro conceptos meta paradigmáticos
que constituyen el pensamiento de enfermería que son: salud, entorno,
persona y cuidado.
A lo largo de nuestra historia, los cuidados han evolucionado desde
una perspectiva técnica a una visión más amplia, integral y holística,
también han cambiado desde un enfoque basado en la tradición a uno
basado en la evidencia.
Actualmente, el
Proceso de Atención de Enfermería (PAE) constituye una
aplicación del método científico en la práctica asistencial que nos
permite a los profesionales prestar los cuidados que demandan el
paciente, la familia y la comunidad de una forma estructurada,
homogénea, lógica y sistemática. Para su realización, se utilizan los
planes de cuidado, con el objetivo de unificar los criterios de
atención y procurar el máximo de calidad de la misma, cuya estructura
consta de 5 fases:
- Valoración de las necesidades del paciente en la que se incluye la recogida de datos, valoración, organización y registro de dichos datos.
- Diagnóstico de las necesidades humanas que la enfermería puede asistir.
- Planificación del cuidado del paciente donde se fijan objetivos y prioridades.
- Ejecución del cuidado que incluye la intervención y actividades.
- Evaluación donde se refleja el éxito del cuidado implementado y la retroalimentación para procesos futuros.
LA ENFERMERÍA ESPAÑOLA
En España la enfermería no existía como profesión y dado que la
situación sanitaria en España era mala, los gobiernos comenzaron a
pensar que tenían que reformar y regular las profesiones
sanitarias. El papel de la enfermera no queda incluido dentro de
las profesiones sanitarias, es más bien, reconocido como un
oficio.
En septiembre de 1857 sale en España la Ley de Base para la
Instrucción Pública, denominada “Ley Moyano” y que regula todas
las profesiones sanitarias en España y en base a lo que dice, en
noviembre de 1861 se publica el reglamento para las enseñanzas de
practicantes y matronas, no la de enfermero.
Las enfermeras fueron las que mayores dificultades encontraron
para alcanzar el reconocimiento profesional, no instituyéndose el
“Título de Enfermera” hasta 1915, momento a partir del cual, la
profesión auxiliar sanitaria se clasifica en: practicantes,
matronas y enfermeras.
Con la llegada de la democracia y la incorporación de la
enfermería a la Universidad, la Orden Ministerial de 1977 da
origen al proceso de unificación, adoptándose el nombre de
“enfermería” para todos los profesionales del cuidado.
La nueva concepción de la enfermería española, simbolizada en la
figura del Diplomado en Enfermería, supuso, en definitiva, romper
con la imagen de un personal exclusivamente técnico, subordinado a
otros profesionales del campo de la salud.
Según un acuerdo internacional en materia de educación el
“Espacio Europeo de Educación Superior”, firmado en la ciudad
italiana de Bolonia el 16 de junio de 1999, se decidió reorganizar
los estudios universitarios.
Gracias a este acuerdo europeo se ha creado el
Título de Grado de Enfermería, de cuatro cursos académicos,
desapareciendo el hasta entonces vigente Diplomado en
Enfermería, de tres cursos.
Finalmente en mayo de 2005 se publica el R. D. 450/2005, de 22 de
abril 2013, sobre especialidades de Enfermería. Lo que
supone un reconocimiento a la consolidación progresiva de la
enfermería dentro del sistema sanitario las especialidades de
enfermería son las siguientes: Enfermería Obstétrico-Ginecológica
(Matrona), Enfermería de Salud Mental, Enfermería Geriátrica,
Enfermería del Trabajo, Enfermería de Cuidados Médico-
Quirúrgicos, Enfermería Familiar y Comunitaria y Enfermería
Pediátrica. A través del Real Decreto de Especialidades, la
enfermería tendrá la posibilidad de formarse mediante la figura
discente del EIR (Enfermero Interno Residente).
ENFERMERÍA EN LA ACTUALIDAD
Hace ya casi 130 años la profesora Lystra Gretter, en el
Harper Hospital en Detroit, Míchigan, escribió el “juramento
Nightingale”, el cual está inspirado en el trabajo de Florence
Nightingale en la asistencia a los heridos durante la guerra de
Crimea, y es utilizado en la actualidad para reafirmar el
compromiso de los futuros enfermeros con su profesión. El texto
del juramento los compromete a dedicar sus habilidades al servicio
del bienestar humano, haciendo todo lo posible por elevar el nivel
de la enfermería. La actual crisis mundial impone a cada
profesional repensar los fundamentos deontológicos que exige su
profesión y reafirma lo propuesto por Gretter en dicho juramento:
aun cuando las condiciones para brindar cuidado son adversas, las
enfermeras han estado a la vanguardia de la respuesta al
COVID-19.
Nada nos llevaba a pensar en la amenaza que ya se había gestado
sobre nosotros. Se iniciaba un desafío mundial protagonizado por
un virus que ha puesto en entredicho no solo toda la estructura
sanitaria que con tanto esmero habíamos construido, sino también
la económica, la social, la familiar, la política e incluso la
religiosa, y que ha provocado un cambio en el estilo de vida de
toda la humanidad, principalmente definido por la necesidad de
evitar las relaciones sociales que tanto nos caracteriza y nos une
como seres humanos, independientemente del lugar de nacimiento,
raza, condición social, posición económica, edad o sexo.
Pasado más de un año del comienzo de la pandemia, la COVID-19 ha
cambiado el mundo y sigue afectando a nuestra vida cotidiana. Ha
puesto de manifiesto lagunas existentes en los sistemas sanitarios
y el personal de salud se ha visto desproporcionadamente expuesto
al virus. A lo largo de la pandemia, enfermería ha demostrado su
voluntad y flexibilidad para adaptarse a nuevas modalidades de
trabajo. Se han registrado millones de contagios de COVID-19 entre
los trabajadores sanitarios en todo el mundo y, trágicamente, el
Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) ha registrado casi 3.000
muertes de personal de enfermería relacionadas con la COVID-19 en
60 países.
A largo plazo, las repercusiones de la COVID-19, en
particular la “COVID prolongada” y el trastorno de estrés
postraumático (TEPT), podrían tener efectos perjudiciales
potencialmente significativos, en particular en la fuerza laboral
de enfermería.
La evidencia proveniente de varios estudios indica que el
creciente Efecto COVID-19, que se ha descrito como un trauma
colectivo de la fuerza laboral de enfermería, tendría el potencial
de exacerbar la escasez de enfermeras en todo el mundo. El CIE
señala que la pandemia podría desencadenar un éxodo masivo de la
profesión en el futuro inmediato y calcula que la escasez mundial
de enfermeras se podría ampliar a casi 13 millones tras la
crisis.
La escasez mundial de enfermería era un problema bien reconocido
antes de la pandemia. En 2020, el primer informe sobre la
situación de la enfermería en el mundo (informe SOWN), publicado
por la Organización Mundial de la Salud (OMS), reveló que la
fuerza laboral de enfermería estaba en 27,9 millones y calculó que
había un déficit mundial de 5,9 millones de enfermeras. La
evidencia mostró que el 89% de esta carencia de enfermeras se
concentraba en países de renta baja y media y que había lagunas
enormes en los países de las regiones de África, Sudeste Asiático
y Mediterráneo Oriental. Con el envejecimiento del personal de
enfermería, se espera que en los próximos diez años se jubile el
17% de las enfermeras en todo el mundo y que hará falta formar y
contratar a 4,7 millones más solo para mantener las actuales
cifras de personal.
Una encuesta reciente realizada por la Asociación Americana de
Enfermeras (ANA) ha concluido que al menos el 69% de las
enfermeras estadounidenses ha afirmado estar de acuerdo o muy de
acuerdo en que se ponga la salud y la seguridad de sus pacientes
por encima de la suya propia. Según las cifras de NHS Digital en
Reino Unido, en abril de 2020 más de un tercio de la totalidad de
bajas por enfermedad de enfermeras y visitantes de salud estuvo
relacionado con la COVID-19.
Una encuesta realizada por el CIE en diciembre de 2020 concluyó
que cerca del 90% de las encuestadas ha afirmado estar un tanto o
extremamente preocupado porque las pesadas cargas laborales y los
recursos insuficientes, el agotamiento y el estrés sean los
factores que impulsan el abandono de las enfermeras.
Los datos de los países en relación con la retención de las
enfermeras o su intención de marcharse durante la pandemia siguen
siendo escasos. Sin embargo, estudios de todo el mundo apuntan a
que la pandemia ha incrementado las tasas registradas de
enfermeras con intención de marcharse y algunas ya lo han hecho el
año pasado. En Reino Unido, un informe ha concluido que el
Servicio Sanitario Nacional (NHS) tenía casi 40.000 vacantes de
enfermería y el 36% de la fuerza laboral actual ha considerado
marcharse durante 2021. Una investigación realizada en Corea del
Sur ha concluido que la intención de las enfermeras de permanecer
en su puesto de trabajo actual era baja en el caso de las
enfermeras con experiencia en el cuidado de pacientes de COVID-19.
En la primera fase de la pandemia en Corea del Sur, más del 10% de
sus enfermeras señaló su intención de abandonar.
Las conclusiones alcanzadas en Filipinas muestran agotamiento y
angustia prolongada a causa de la pandemia, así como mayor
ansiedad psicológica e intención de marcharse por parte de las
enfermeras.
En Egipto, un estudio ha revelado que más del 95% de las
enfermeras tenía intención de dejar su actual puesto de trabajo en
un hospital de triaje de COVID-19, mientras que aproximadamente el
25% tenía intención de abandonar la profesión por completo. En
Qatar, la intención de marcharse por parte de las enfermeras que
habían trabajado más de tres meses en una instalación de COVID-19
era considerablemente superior respecto a la de las que no
trabajaban en este tipo de instalaciones.
Según informes de las Asociaciones Nacionales de Enfermería
(ANE), en Suecia, la Asociación de Enfermeras de Suecia
(Vardforbundet), ha anunciado los resultados de una encuesta que
señala que el 7% del personal de enfermería (5.700 enfermeras) ha
considerado abandonar por el aumento de la presión y las cargas de
trabajo en la pandemia. En Dinamarca, una encuesta realizada por
la Organización de Enfermeras de Dinamarca en 2020, concluyó que
nueve de cada diez enfermeras en municipios y regiones habían
considerado dejar su puesto de trabajo. De ellas, más de un tercio
estaba considerando abandonar la profesión por completo. En Japón,
un estudio efectuado por la Asociación de Enfermeras de Japón ha
mostrado que aproximadamente uno de cada seis (15,4%) jefes de
departamento de enfermería había señalado el abandono del puesto
de trabajo por parte de miembros de la plantilla durante el
periodo en cuestión, mientras que el porcentaje era del 21,3%
cuando se limitaba a las instituciones médicas establecidas para
enfermedades infecciosas.
En la encuesta del CIE, el 74% de las ANE ha señalado que sus
países se han comprometido a incrementar el número de enfermeras,
y el 54% de los países se ha comprometido a mejorar la retención
de las enfermeras que en la actualidad trabajan para contribuir a
paliar el déficit actual o futuro de personal de enfermería.
La pandemia de COVID-19 ha brindado al mundo una oportunidad de
valorar de nuevo la contribución y el valor del personal de
enfermería.
A pesar de los cambios constantes de protocolos, las enfermeras
han gestionado los cambios en todas las unidades, haciendo fácil
lo difícil, y una vez más, estando al lado de las personas que
necesitan de nuestros cuidados, de nuestro apoyo, y de nuestro
acompañamiento hasta la despedida final.
El fortalecimiento de los sistemas de salud resolviendo las
carencias de personal de enfermería será un paso importante para
generar resiliencia contra futuras pandemias y promover el
crecimiento económico. Las enfermeras han de estar en el centro de
los esfuerzos de reconstrucción de una mejor atención de salud
para todos después de la pandemia, para lo cual hará falta
centrarse en la salud pública y la atención primaria, con
enfermeras cualificadas y experimentadas que trabajen en roles de
práctica avanzada, para salvaguardar a las comunidades frente a lo
que pueda venir después.
MIRANDO AL FUTURO
Uno de los grandes problemas de los que viene hablándose hace
tiempo, y que la crisis COVID-19 ha puesto en primer plano, es el
referido a la ya alarmante falta de personal de enfermería. En
diciembre de 2020, el Congreso de los Diputados de España aprobó
la tramitación de la “Proposición de Ley sobre ratios de
enfermeras para garantizar la seguridad del paciente en centros
sanitarios y otros ámbitos”, con objeto de paliar el déficit
estructural de enfermeras que padece nuestro país. A ese déficit
se unen el envejecimiento de las plantillas y unas necesidades
cambiantes por parte del sistema sanitario provocadas por el
desarrollo de la formación especializada y por la creciente
demanda de cuidados, entre otros factores.
El abordaje y solución de este desafío para enfermería solo
resultará satisfactorio si se lleva a cabo de acuerdo a un enfoque
integral que recoja las tres áreas señaladas en el título del
informe de la OMS: la educación, el empleo y el liderazgo.
En el ámbito de la educación y el empleo, el futuro pasa por
adecuar la formación tanto en términos cuantitativos como
cualitativos a las nuevas demandas del sistema sanitario,
garantizando que los programas de formación teórica y práctica
doten de las competencias necesarias para que las enfermeras
proporcionen cuidados integrados de alta calidad. En este sentido,
es preciso en primer lugar adaptar los planes de estudio de grado
a las necesidades de salud de una población que está cambiando
conforme lo hacen las variables demográficas y epidemiológicas, y
de acuerdo a un contexto donde la implementación clínica de los
avances tecnológicos se producirá a un ritmo
acelerado.
Al mismo tiempo, para abordar el déficit de profesionales se
precisa un incremento sustancial de la oferta de plazas y del
volumen anual de nuevos alumnos. No hay otro camino que el de
reforzar nuestra capacidad docente. El aumento en el número de
graduados requiere invertir para disponer de profesorado
competente, de infraestructuras adecuadas y dispositivos
asistenciales para la realización de las prácticas clínicas. El
principal obstáculo se encuentra en la falta de profesores
acreditados.
Fomentar el liderazgo es una tarea pendiente, pero el liderazgo
solo se desarrolla en ejercicio. Así, las enfermeras deberían
estar representadas en todos los niveles organizativos de las
instituciones donde se adoptan decisiones sobre la salud.
Organismos como la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) han apostado, en aras a la
eficiencia, para que enfermería asuma competencias
tradicionalmente en manos de otros profesionales.
CONCLUSIÓN
Aunque los profesionales de enfermería nos hemos encontrado en
primera línea en otras situaciones con enfermedades infecciosas o
en las propias guerras, la pandemia de la COVID-19 ha destacado
como la que más ha tensionado el mundo sanitario, superando así la
gripe española.
Está claro que va a haber un antes y un después de todo esto a
cualquier nivel. Habrá cambios en el sistema sanitario, habrá
cambios de prevención y organización, habrá cambios en nuestras
propias conductas sociales, y por supuesto, habrá un antes y un
después en las condiciones laborales de los profesionales
sanitarios.
La evolución de la enfermería, que está en continuo desarrollo,
ha considerado un cambio importantísimo en la manera de comprender
esta profesión y a la vez a su reconocimiento social. Pero aún
queda mucha batalla por delante.
Las enfermeras hemos reaccionado trabajando codo con codo en
equipo con el resto de profesionales sanitarios, con humildad y
sin buscar más protagonismo que sus compañeros, estando siempre el
colectivo de enfermería al servicio de las necesidades y demandas
de la población.
La crisis sanitaria vivida es un incentivo para consolidar logros
y proponer cambios que afiancen aquello que se haya hecho bien,
realizar autocrítica de los errores y devolver así a la sociedad,
mediante cambios estructurales, lo que hayamos aprendido.
Siendo indispensable en este siglo XXI el esfuerzo simultáneo y
de colaboración por parte de enfermería entre los diversos países
para abrir y consolidar estructuras de acción efectiva para:
- Formar científicos competentes con habilidad para pensar críticamente.
- Producir conocimiento innovador con impacto fundamental en la realidad social para la salud y bienestar de los individuos, familias y comunidades. En especial de poblaciones más carentes y privadas de bienes y servicios.
- Favorecer la capacitación para el uso de nuevos fundamentos teóricos-metodológicos y entrenamiento en estrategias tecnológicas avanzadas.
- Estimular el desarrollo de una postura proactiva por parte de los líderes de enfermería. Por lo tanto, una de las estrategias clave para el desarrollo de la profesión es la investigación enfermera. Es importante abordarla desde la etapa formativa de grado, dotando a los futuros profesionales de los conocimientos y de las herramientas básicas necesarias para que esta sea una práctica habitual reconocida e integrada como el resto de conocimientos.
- Que los resultados de la investigación sean publicados y difundidos, evidenciándose brechas para fortalecer, lo que permitirá utilizarlos para establecer líneas de mejora del cuidado. Ya que el término cuidado es y será inherente al profesional de enfermería.
A medida que avanzamos, debemos crear nuevos retos para la
enfermería que se extiendan más allá de la visión que se
tiene de Nightingale como "dama angelical con la luz".
Como profesión global, necesitamos nuevas imágenes que nos
lleven hacia el siglo XXI y se basen en nuestra historia, pero
que también miren más hacia el futuro, donde enfermería ya no
esté relegada y nos conviertan en víctimas silenciosas de
decisiones políticas, que a menudo dan lugar a unas condiciones
laborales inaceptables.
Las lecciones de Covid-19 serán muchas, y es posible que
nuestras vidas, de innumerables maneras, no vuelvan a ser
nunca las mismas. Una lección importante es aprovechar esta
oportunidad para dejar de promover roles que solo sirven para
devaluarnos y limitar nuestra influencia. Deberíamos aprovechar
la oportunidad para desafiar la comprensión pública de la
enfermería y presentar nuevas versiones de nosotros mismos que
no nos limitan, sino que enfatizan todo lo que hemos hecho y
hemos conseguido enfermería en los roles clínicos, académicos y
de liderazgo durante la crisis del COVID-19.
Es importante recordar, ya que lo hacemos, que la enfermería
siempre ha ido avanzando desde el nacimiento de Nightingale y
ahora, a raíz del Covid-19, decidimos ir más allá de la
hagiografía y de un pasado idealizado hacia una nueva realidad
radical de la enfermería contemporánea que ha encontrado su
propia voz.
Me gustaría terminar citando a Rawsi Williams:
Hacer lo que nadie más hará, un camino que nadie más puede tomar, a pesar de todo seguimos adelante, eso es la enfermería
Enfermero de Atención Primaria, Máster en Atención Prehospitalaria
y Hospitalaria Urgente
BIBLIOGRAFÍA
- Fuentes-Bermúdez Genny-Paola. Enfermería y COVID-19: reconocimiento de la profesión en tiempos de adversidad. Revista Colombiana de Enfermería, 2020, v. 19, n. 1, e017 https://doi.org/10.18270/rce.v19i1.2970
- Font Oliver MA. El valor de las enfermeras en tiempos de COVID: una mirada desde la Salud Pública. Enferm Clín. 2020;30(6):357-9. doi:10.1016/j.enfcli.2020.10.002. PubMed PMID: 33161952.
- Urure Velazco. La profesión de enfermería y los retos del futuro. Rev. Enferm. Vanguard. 2019; 7(1): 1-2
- Clare L. Bennett D. Nurs CF. Beyond tropes: Towards a new image of nursing in the wake of COVI-19. J Clin Nurs. 2020;29:2753-2755
- https://www.npunto.es/revista/19/la-construccion-del-conocimiento-enfermero-desde-una-perspectiva-historica-la-transicion-enfermera
UN BUEN ARTICULO PARA COMPARTIR EXCELENTE
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