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por Francesc Grauet

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la telemedicina como “la prestación de servicios de salud utilizando las tecnologías informáticas para el intercambio de información válida para el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades y heridas, investigación y evaluación y para la educación continua de los proveedores, en donde la distancia es un factor crítico por todos los profesionales de la salud, en beneficio de la promoción de la salud de los individuos y sus comunidades”. En este sentido, el monitoreo de los pacientes a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es llamado telecuidado o telesalud y se ha evidenciado un incremento en su demanda. Este concepto se basa en una relación proveedor-paciente y paciente-proveedor que emplea herramientas tecnológicas de sonido, video, texto, imágenes e incluye la asistencia a distancia, la educación para la salud, la investigación y la administración.

La relación médico paciente (RMP) es una relación social caracterizada por la asimetría de saberes, lenguaje y poder; que nutrió la enseñanza, la investigación y la reflexión de la medicina y las ciencias sociales. La evidencia científica muestra el papel decisivo que la fluidez de la relación desempeña en los procesos de salud-enfermedad-atención, como, por ejemplo, en la adherencia a la medicación o la continuidad de un tratamiento, entre otros.

Telemedicina: la prestación de servicios de salud utilizando las tecnologías informáticas para el intercambio de información válida para el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades y heridas, investigación y evaluación y para la educación continua de los proveedores, en donde la distancia es un factor crítico por todos los profesionales de la salud, en beneficio de la promoción de la salud de los individuos y sus comunidades
Organización Mundial de la Salud (OMS)

Desde la década de los años ochenta del siglo pasado, la RMP asiste a los cambios originados por las TIC en la interface de comunicación y salud, por ejemplo, las prácticas de eHealth (el uso de las TIC aplicadas a la salud), en la vigilancia sanitaria, las tecnologías móviles destinadas a transmitir mensajes sobre cambios en los comportamientos para prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida, el desarrollo de big data, genómica e inteligencia artificial.

Los múltiples cambios sociales y tecnológicos en la RMP conducen hacia la autonomía y los derechos del paciente, pero también hacia el desconocimiento de la confiabilidad de la información y los riesgos del volcado de información en sitios virtuales.

El uso de la tecnología móvil en el campo sanitario tiene el potencial de transformar las prestaciones del servicio de salud a niveles insospechados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la denomina 'sanidad móvil' y la define como la práctica de la medicina y la prestación de servicios sanitarios mediante dispositivos móviles, como smartphones, dispositivos de seguimiento de pacientes, asistentes digitales personales (PDA, en sus siglas en inglés) y otros dispositivos inalámbricos''. La abreviatura de 'salud móvil' es mHealth, un término que se utiliza para referirse a la práctica de la medicina y a la salud pública con el apoyo de dispositivos móviles.

Muchas Apps de mHealth brindan información sanitaria, orientación psicológica y del estilo de vida, recordatorios de toma de medicación, consultas médicas en línea y, en general, una innumerable serie de servicios destinados a cubrir todas las necesidades de salud. Sin embargo, no todo lo tecnológico es bueno. Hasta la fecha, se considera la existencia de unos 325.000 Apps de salud disponibles, principalmente, en las plataformas de Google Play Store y de Apple Play Store. Los ámbitos con mayor desarrollo son consultar con el médico (30 %), diabetes (27 %), corazón y sistema circulatorio (24 %), adherencia a la medicación (24 %), hábitos saludables y fitness (22,5 %), eficiencia hospitalaria (19 %) y salud mental (17 %).

Foto: Triera Zekaj, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons

El riesgo de error para sacar conclusiones y emitir una recomendación o prescripción médica acertada se incrementa en aquellas Apps que envían información de datos clínicos o los referidos a consultas médicas online, en la cual un profesional de la salud al otro lado de la pantalla solo podrá escuchar y ver al paciente, pero sin posibilidad de realizar una historia semiológica detallada y menos un examen físico.

El significativo avance de las TIC permite su aplicación al sector de la salud de múltiples maneras que, si son bien aplicadas y adaptadas, podrían aportar beneficios de calidad y seguridad, así como un significativo aporte económico. Las TIC pueden suponer un capital esencial, una poderosa fuerza integradora de la información del paciente, permitiendo mejorar la accesibilidad, facilitando la monitorización del desempeño y la evaluación de la práctica médica. Pero es una tecnología disruptiva, que obliga a un rediseño de la organización, que exige cambios en la estructura, organización y funcionamiento, tanto de las redes sanitarias como de los equipos de Atención Primaria (AP). Las nuevas tecnologías están cambiando la forma de ejercer la medicina y son necesarios nuevos perfiles de profesionales de la salud, pero el contacto directo con el paciente, esencia de la AP, deberá permanecer inalterable.

Los principales beneficios de la implementación de las TIC en el sector sanitario son tres:
  1. Incremento de la calidad en la atención al usuario y en la eficiencia
  2. Reducción de los costes de los servicios médicos y también administrativos
  3. Posibilidad de llevar a cabo modelos de sanidad completamente nuevos
La comunicación mediante dispositivos móviles de mensajería como WhatsApp, Telegram o similares permite la comunicación instantánea y aportan seguridad al paciente, pero se debe evitar la excesiva dependencia respecto al médico. El correo electrónico, el teléfono o la videoconferencia pueden, en algunos casos, ahorrar el desplazamiento del médico al domicilio del paciente o el paciente a la consulta del médico, siendo necesario reservar un horario dentro de su jornada laboral para atender estas consultas, no puede darse acceso a cualquier hora y en cualquier momento. La telemedicina, que incluye, entre otros, el tele diagnóstico como en radiología, ECG, retinografía, dermatología, etc.; la tele-consulta o videoconferencia, que permite comunicación con paciente y su entorno, son de gran ayuda para el acceso y apoyo a profesionales que ejercen la medicina en regiones remotas y aisladas, por ello deben ser potenciadas. La historia clínica electrónica (HCE) debe ser única para AP y atención hospitalaria, debe ser gestionada por el paciente y su médico, debe ser accesible de manera global pero siempre bajo el consentimiento explícito de ellos, aunque hay que garantizar los datos confidenciales.

OPINIÓN DE LOS PROFESIONALES

Otro aspecto que interesa señalar son los distintos posicionamientos de los profesionales de la salud sobre la utilización de TIC con los pacientes: 
  1. A favor, porque encuentran en la telemedicina una posibilidad de seguimiento continuo y diario con pacientes a los que sería imposible recibir cada día en la consulta;
  2. En contra, porque, por un lado, consideran que la creciente utilización de las TIC produce una “desinformación en la información”, ya que el paciente lee e interpreta estudios que no entiende, se generalizan ciertos diagnósticos y se pierde el lazo afectivo del “poder de la palabra” que forma parte del proceso de curación y, por otro lado, se produce una extensión del límite de la consulta fuera del espacio del consultorio;
  3. Una posición media entre ambas posturas extremas, porque aceptan el uso de la telemedicina solo en aquellos casos en que al médico le sea imposible tener una cita presencial con el paciente y, en aquellas situaciones, en las que debido al estado de salud del paciente se necesite la opinión de un colega (siempre y cuando exista el consentimiento del paciente).

Dicho en otros términos, hay un consenso generalizado sobre las consecuencias positivas de los cambios tecnológicos porque permiten que las personas cuenten con más información sobre temas de salud, aumente la eficiencia de los sistemas de salud, mejore el acceso al sistema de salud, se prevengan enfermedades y problemas de salud y se favorezca la autonomía y el derecho a la salud. No obstante, se señala la falta de confiabilidad de la información de los foros de salud en Internet. Los profesionales sanitarios opinan que los cambios tecnológicos han provocado un mayor estrés en ellos y un aumento del número de horas de la jornada laboral, mientras que es menos definida la posición sobre las diferencias en el uso de las prácticas de eHealth según la especialidad médica. Si bien el contexto general de las opiniones es positivo, hay un consenso generalizado en que las tecnologías en salud no contribuyen a la adopción de estilos de vida saludables y tampoco amplían la cobertura ofrecida por los servicios de salud.

El uso de las TIC, comienza de manera predecible con una imagen que refleja tanto nuestros temores como nuestra fascinación por la informática y su impacto social, un buen ejemplo es cuando un paciente semi-consciente se encuentra en una unidad de cuidados intensivos, tubos que sobresalen, cables que salen de debajo de las sábanas y se conectan a una gran cantidad de carros de monitores o dispositivos montados en la pared, y líquidos intravenosos con bombas de infusión controladas por computadora que giran alrededor de la cama.

Los silbidos de los monitores no se interrumpen por las pisadas de los cuidadores, ya que rara vez tienen que entrar en la sala. En su lugar, los dispositivos inteligentes miden todos los parámetros fisiológicos pertinentes, decidiendo cómo ajustar las velocidades de infusión, cuándo modificar los ajustes del respirador y cuando deben sonar las alarmas para la intervención de enfermeras o médicos. El mensaje es claro: estamos entrando en una era de terapia controlada por TIC que abrirá una brecha entre los sanitarios y los pacientes, ofreciendo atención potencialmente competente pero estéril, impersonal y deshumanizadora.

En telemedicina las interacciones pueden darse en díadas, tríadas o comités, de forma sincrónica o asincrónica. La modalidad sincrónica ocurre en tiempo real, generalmente por videollamada, teléfono o radio. La modalidad asincrónica (storeand-forward) engloba las interacciones en diferido, como email, mensajería online o plataformas web que emiten tele-informes, evaluando exámenes y datos clínico-demográficos del paciente.

Comúnmente, se sostiene que la falta del examen físico podría incrementar el riesgo de error médico y que la carencia de un encuentro personal deshumaniza la atención, especialmente en interacciones asincrónicas. La telemedicina no permite el contacto físico ni observar totalmente el lenguaje corporal, imposibilitando gestos o actitudes in situ que favorezcan la sintonía psico-emocional con el paciente, fenómeno conocido como rapport. Dichas limitaciones arriesgarían el establecimiento de un verdadero vínculo entre personal sanitario y paciente, más aún si los interlocutores no son nativos, digitales y/o deben adaptarse a las nuevas TIC.

La telemedicina está cambiando el paradigma de la relación médico-paciente, obligando a establecer un vínculo de confianza -pilar fundamental del acto médico- falto de contacto corporal, visual y/o auditivo. Un ejemplo de éxito seria en psiquiatría, esta reporta consultas por videollamada con el mismo éxito terapéutico que una consulta presencial. Podemos plantear que la comunicación a distancia puede reducir la barrera de autoridad entre médico y paciente, permitiendo hablar temas embarazosos con mayor espontaneidad y desde un espacio físico conocido y seguro, especialmente para el médico cuando trata pacientes potencialmente agresivos. Además, mediante videollamada hay un mayor contacto visual que en la consulta presencial. Asincrónicamente, también hay casos exitosos mediante email: pacientes que por viaje pueden mantener informado al médico sobre su evolución y efectos del tratamiento, permitiendo al facultativo modificar dosis o reemplazar/agregar fármacos, enviando receta con firma digital avanzada mediante el mismo medio.

Por el contrario, el Dr. Edward Alan Miller, del departamento de Gerontología de la UMass Boston, señala que hablarle a una videocámara puede generar desconfianza, sensación de pérdida de privacidad o timidez. En casos de reticencia, se puede familiarizar al paciente con esta nueva tecnología si de antemano se garantiza su privacidad y se le asegura que el médico lo atenderá con el mismo cuidado, respeto y calidad que una consulta presencial.


CONCLUSIONES

Dondequiera que se desarrolle el acto médico, su ejecutor debe actuar con profesionalidad, atendiendo a los principios de primar el bienestar del paciente, respeto a su autonomía y justicia social. Se requiere que el médico cultive una autodisciplina y ética suficientes que le permitan reconocer sus propias limitaciones e identificar aquellas situaciones que no reúnen las condiciones mínimas para efectuar un acto médico seguro y beneficioso. Además, debe dominar ciertas habilidades de comunicación que le permitan leer atentamente el lenguaje corporal y obtener toda la información necesaria, especialmente en pacientes poco dados a expresar verbalmente lo que les ocurre.

Debemos sostener que en la relación médico-paciente es deseable que la comunicación sea presencial y no limitada en el tiempo, pues el acto médico es un arte complejo que se despliega en distintos niveles de comunicación: el biomédico, el emocional y el sociocultural, mientras más alejado en las coordenadas espacio-temporales sea el intercambio de mensajes, la calidad de la relación se ve mermada.

Las TIC son útiles cuando se utilizan para dar una orientación o consejo médico general, pero si son para sacar conclusiones diagnósticas e, incluso, generar una receta farmacológica, el delgado hilo de seguridad se podría romper y las consecuencias pueden ser gravísimas.

Los sanitarios debemos de ser capaces de aprovechar todas las ventajas que nos brindan las TIC y la mHealth, no podemos obviar ni dar la espalda al progreso. Debemos de ser capaces de adaptarnos y reinventarnos, el mundo avanza muy rápido. Pero a la vez, no debemos olvidar los orígenes de nuestras profesiones sanitarias, el cuidado de la gente es un arte en el cual no todo vale. Hemos de ser capaces de encontrar un término medio aplicando el sentido común.

Nuestro presente es avanzar hacia el futuro sin olvidar nuestro pasado.

Enfermero de Atención Primaria, Máster en Atención Prehospitalaria y Hospitalaria Urgente

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