En algunas áreas de salud, la presión asistencial ronda la cifra récord de 40 pacientes vistos al día por médicos de familia y pediatras. Sin embargo, los especialistas avisan de que la realidad es mucho peor de lo que reflejan los datos oficiales
CAP Onze de Setembre, Lleida vía Institut Català de la Salut


por Ángela Bernardo, María Álvarez del Vayo, Carmen Torrecillas y David Cabo

Quienes trabajan en pediatría también están viviendo momentos muy complicados. En palabras de Sánchez Pina, la atención primaria en este ámbito se encuentra “completamente desbordada”. Los motivos, según la portavoz de la AEPap, son la falta de pediatras y el momento epidemiológico, con la circulación de virus que están afectando especialmente a los más pequeños. En 2022, la comunidad con peores datos ha sido Andalucía, donde se concentran nueve de las diez áreas sanitarias con mayor presión asistencial, cercana a los 30 pacientes atendidos al día. En la Comunidad de Madrid, cuya información se detalla a un nivel inferior al que pedimos, trece centros de salud han superado las 28 consultas de media. Sin embargo, la recomendación de la AEPap es que dicho promedio no supere los 20-25 pacientes al día por pediatra.

Las 10 áreas más saturadas en medicina de familia (2022)

Por otra parte, en 2022 la presión asistencial máxima en enfermería se ha situado en torno a los 25 pacientes atendidos al día. Esta sobrecarga de trabajo se ha notado especialmente en Andalucía, que concentra siete de las diez áreas sanitarias más saturadas, seguida de Comunidad Valenciana, con dos, y Murcia, con una. No obstante, la presión asistencial fue mayor el año pasado. “Subió mucho por la realización de test y las vacunaciones”, explica Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública. En 2021, dos áreas sanitarias de Castilla-La Mancha (Mancha Centro-Alcázar de San Juan y Almansa) y una de la Comunidad Valenciana (Manises) fueron las que registraron un promedio récord de 40 pacientes vistos al día.
Por desgracia, la realidad es todavía peor que la que dibujan las cifras oficiales de los servicios de salud. “Nunca me he creído [los datos oficiales de presión asistencial]. Las medias son engañosas. Infracuantifican la realidad en la mayoría de los sitios”, dice el médico de familia Vicente Baos. En el centro de salud donde trabaja, ubicado en Madrid, la presión asistencial oficial en 2022 se ha situado en torno a las 36 consultas atendidas al día, cuando, según el médico de familia, es habitual que vean “entre 48 y 55 pacientes”. ¿Dónde está el truco? Para hacer el cálculo de los promedios, se estima el total de días laborables -sin restar las vacaciones- y se incluye el número total de personas en plantilla, sin tener en cuenta posibles ausencias. Baos pone como ejemplo su propio centro de salud, donde otro médico ha estado de baja durante ocho meses sin ser sustituido. Como consecuencia, el resto de compañeros se ha organizado para poder atender a sus pacientes, aunque, en los datos oficiales, la presión asistencial se calcularía como si la plantilla estuviera al completo.

La presión asistencial que dan es mucho menor que la que tenemos. Los datos que hay están un poquito disfrazadillos Concepción Sánchez-Pina, presidenta de la AEPap

“La presión asistencial que dan es mucho menor que la que tenemos. Los datos que hay están un poquito disfrazadillos. Si dicen que [la presión] es de 30, ese pediatra tiene muchos días 40, ese es el truco”, coincide Concepción Sánchez-Pina. Otra limitación es que, al tratarse de medias por áreas sanitarias, los datos pueden no reflejar con fidelidad la mayor o menor saturación de los centros. Además, dependiendo de si estamos ante una población urbana o rural, los mismos promedios de presión asistencial pueden suponer en realidad cargas de trabajo diferentes, por ejemplo, debido a los desplazamientos que implica la atención sanitaria en los consultorios de los pueblos.

LOS RETRASOS PARA TENER CITA EN ATENCIÓN PRIMARIA

La intensa presión asistencial no sólo supone una mayor sobrecarga para los profesionales sanitarios, sino que también produce importantes retrasos para que una persona pueda ir a consulta. En España, según el informe anual del Sistema Nacional de Salud, publicado en 2021, el tiempo medio de espera fue de 5,8 días. La situación, por desgracia, no ha mejorado en los meses siguientes: de acuerdo con el barómetro sanitario, publicado en junio de 2022, el 65,7% de las personas entrevistadas esperó más de un día para ser atendida por su médico de cabecera. De este grupo, el tiempo medio para poder acudir a la consulta de medicina de familia se situó en 8,8 días, un tiempo excesivo de acuerdo con las fuentes consultadas.

“La atención primaria no se puede permitir esperas de más de tres días”, dice Nani Vall-Llosera, médica de familia en un centro de salud de Barcelona. Antes de la pandemia, la propia Vall-Llosera atendía entre “25 y 30 visitas diarias” y “no tenía demoras”. La situación ha cambiado de forma radical: en los peores momentos de 2022, llegó a atender a 70 pacientes al día, cifra que ahora ronda los 40, con tiempos de espera de siete días. La presión es similar a la carga asistencial que atiende Lucía Gorreto en Baleares (40 pacientes diarios), donde hay demoras en algunos centros de varias semanas. Para la médica Carolina Mir, que trabaja en Valencia, la experiencia resulta parecida: según cuenta a Civio, el tiempo de espera es “brutal”, con retrasos de hasta quince días, debido a una presión que atribuye a la “avalancha” de pacientes crónicos que no habían podido atender bien durante la pandemia.

Incluso en enfermería, donde los datos en 2022 han mejorado ligeramente, estamos lejos de alcanzar una cierta normalidad. “En el momento en el que te ves obligada a dar una cita para más allá de dos días, claro que tienes presión asistencial. No estás llegando”, afirma María José García, portavoz del Sindicato de Enfermería (SATSE). Según explica Sánchez-Bayle a Civio, “cuando a una persona le dan una cita en 8, 10, 15 o 30 días, tiene tres alternativas: esperar, a ver si las cosas se solucionan solas; acudir a un servicio de urgencias o a un seguro privado”. Según la patronal UNESPA, esta última alternativa no ha parado de ganar asegurados entre quienes pueden permitírselo. En 2021, Madrid era la región con mayor proporción de personas con seguros privados de salud (38,11%), seguida de Ceuta (36,09%), Melilla (33,12%), Cataluña (32,82%) y Baleares (30,10%). 
 

LEJOS DE LAS RECOMENDACIONES DE PACIENTES ASIGNADOS

“Es una situación muy preocupante, con problemas muy graves en cuanto a demoras y con falta de profesionales y de presupuesto”, explica el portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública. Para valorar la posible carencia de trabajadores, un parámetro esencial suele ser el cupo asignado, es decir, el número de pacientes por profesional. Las organizadas consultadas por Civio recomiendan que la ratio máxima en medicina de familia sea de 1.500 personas, cifras que bajan hasta los 1.000 pacientes, en el caso de enfermería, y 900-1.000 en pediatría. En 2021, según datos del Ministerio de Sanidad, Baleares, Ceuta, Melilla y la Comunidad de Madrid superaban con creces el umbral en medicina de familia, mientras que, en pediatría, estas regiones, junto con Cataluña, tenían cupos más altos de lo recomendado. En el caso de enfermería, todas las comunidades incumplían las ratios recomendadas, aunque la peor situación estaba en Madrid, Ceuta, Baleares, Murcia, Melilla y Andalucía.
  
“Yo siempre he trabajado en ese volumen de 1.800 a 2.000 pacientes, nunca con menos”, afirma el médico de familia Vicente Baos. El colectivo de enfermería plantea críticas parecidas. “Tenemos muchas compañeras y compañeros cuyos cupos llegan casi a 2.000 personas en atención primaria. Con ese número lo que generamos es lista de espera donde no debería haberla”, sostiene María José García, portavoz de SATSE. En opinión de Sánchez Pina, presidenta de la AEPap, “la cifra de niños que tienen que ver los pediatras ahora mismo en Madrid y en Barcelona está muy por encima de las cifras que aconsejamos las sociedades científicas. Si sumamos el exceso de niños en los cupos de pediatría junto con el momento epidemiológico, [el profesional] no tiene tiempo para verlos bien”. La atención primaria, según Sánchez Bayle, ya tenía “un déficit crónico” antes de la llegada del coronavirus. La falta de suficiente inversión, los problemas de organización y la cada vez mayor complejidad de la asistencia sanitaria son solo algunas de las dificultades citadas por los especialistas. Pero el incremento actual en la presión está afectando de forma directa a unos profesionales ya agotados por culpa de la pandemia. Y las consecuencias son claras: “Se pierde seguridad, se pierde atención”, dice Vall-Llosera, que teme el mayor riesgo de equivocarse o de olvidarse cosas importantes en consulta. “Nuestra capacidad física y mental para cuidar se ve alterada. [La situación] es inhumana. No somos héroes”, zanja al otro lado del teléfono.

Artículo publicado originalmente en CIV1O 

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