Administración del Principado de Asturias, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

por Francesc Grauet

¿QUÉ PASA Y QUÉ PASARÁ CON NUESTRO SISTEMA SANITARIO?

El estado del bienestar está formado por todas las intervenciones del sector público destinadas a cumplir dos funciones: por una parte, el aseguramiento y la protección ante riesgos y, por otra, la redistribución de los recursos de tal modo que se alcance un mayor nivel de equidad (estando este definido en cada momento a través de procesos sociales y políticos).

El estado del bienestar español se construyó, en su origen, siguiendo un modelo corporativista, basado en la protección de los trabajadores y en las cotizaciones de estos a la Seguridad Social. Algunos elementos iniciales en este sentido fueron la Ley de Accidentes de Trabajo, de 1910 y el Retiro Obrero, de 1919. En el mismo sentido, actuaron, durante la II República, la prestación de desempleo introducida con la Caja Nacional contra el paro forzoso y, durante los primeros años del franquismo, el Seguro de Enfermedad (1942) y el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI) (1947) y, posteriormente, en 1966, la Ley General de la Seguridad Social.

Este modelo básico se fue alterando, a partir de la década de 1980, con nuevos elementos que aportaban protección a ciudadanos con independencia de su participación en el mercado de trabajo. Los ejemplos más relevantes son el establecimiento de un Sistema Nacional Salud en 1986 y, a partir de 1990, la incorporación de las prestaciones no contributivas al sistema de Seguridad Social.

Resulta muy destacable la orientación de la protección hacia los grupos poblacionales de más edad, a diferencia de otros estados del bienestar, cuyos objetivos están centrados en la promoción y protección de los jóvenes.

Debemos valorar los principales problemas y fragilidades del estado del bienestar español, destacando la especial sensibilidad ante las crisis y el elevado nivel de desempleo estructural, que se exacerba en periodos de crisis. La financiación del gasto público tiene en España la dificultad constante del bajo nivel de recaudación, lo que le ha condenado, especialmente desde 2008, a niveles elevados de déficit y de emisión de deuda pública. La crisis provocada por la pandemia de coronavirus, en 2020 y 2021, ha acelerado esta tendencia.

La evolución de las variables demográficas constituye un problema esencial del estado del bienestar español y condiciona su sostenibilidad. La brusca caída de la natalidad desde la década de 1970, junto con el rápido crecimiento de la esperanza de vida, ha provocado cambios radicales en la pirámide poblacional, que continuará estrechándose por la base y ampliándose por la parte superior. Ello ha provocado, y provocará todavía más en el futuro, importantes tensiones derivadas del incremento de los gastos (esencialmente en pensiones de jubilación y en sanidad) y del descenso de los ingresos por cotizaciones sociales e impuestos. 

El envejecimiento de la población, el aumento de la esperanza de vida, de la pluripatología y de la carga de enfermedad, así como de la situación de dependencia y del nivel de fragilidad de los pacientes, han provocado un crecimiento de la demanda sanitaria que resulta difícil de absorber por parte de los servicios de salud.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON LA SANIDAD? ¿QUÉ EXPLICA EL MALESTAR EXISTENTE?

La demanda está creciendo con mucha fuerza. Envejecimiento, enfermedades crónicas, COVID persistente, medicalización de la vida cotidiana y un largo etcétera son algunos de los factores explicativos.

Tres años de azote pandémico han dejado secuelas de todo tipo que necesitan ser atendidas. La gratuidad y las decisiones políticas de garantizar el derecho de la población a recibir asistencia sanitaria. Hemos de buscar una estrategia que nos permita mirar al futuro afrontando los problemas estructurales del sistema sanitario que vienen siendo demorados.
Ni profesionales ni pacientes están satisfechos. Hay un profundo malestar de médicos, sobre todo de atención primaria, desbordados por una demanda in crescendo. Hay pacientes insatisfechos que llevan mal esperar semanas o meses para conseguir una cita en atención primaria. Y por si no fuera suficiente, el sistema de financiación de la sanidad debe afrontar reformas a medio plazo, ni políticamente ni electoralmente rentables.

PRESENTE Y FUTURO

Desde los usos prehistóricos de plantas medicinales (herbalismo), hasta las primeras prescripciones médicas en textos sumerios (2112-2004 aC.), la ciencia médica -por su larga historia y tradición- ha visto emerger múltiples tendencias, escuelas, métodos... Pero es en el último medio siglo, desde la década de los 50 del siglo XX, donde la tecnología informática y la rapidez en el tratamiento de la información está causando un salto cualitativo en la práctica e investigación médica.

Hoy en día, las dinámicas son mucho más intensas y complejas, de hecho, en la historia de la humanidad, nunca antes el presente y el futuro habían estado tan cerca uno del otro, casi que sobrepuestos en la línea del tiempo. Por ello, especialmente en salud, la tarea al imaginar el futuro es hablar del presente y antes que nada, entender la nueva dimensión digital que ya es una realidad. Es claro que las reflexiones en este tema no solo apuntan a las grandes oportunidades con los datos masivos, sino también a los desafíos en torno a la seguridad y la privacidad.

Un ejemplo claro de lo nombrado lo encontramos en el internet de las cosas (IoT)
El término IoT se acuñó a finales de la década de los noventa del siglo XX. Se atribuye al británico Kevin Ashton,  quien durante su trabajo en Procter & Gamble, planteó que los objetos de la vida cotidiana deberían ser capaces de introducir información a la web sin ayuda de las personas.

Es claro que algunas tecnologías relacionadas con IoT ya están en marcha, sin embargo, muchas de ellas se encuentran en fases incipientes y su completo desarrollo revierte un enorme potencial. Un ejemplo de estas tecnologías es la mHealth (mobile health), definida como la práctica médica y de salud pública apoyada por teléfonos móbiles, dispositivos de monitorización de pacientes, tabletas, asistentes personales digitales y otros dispositivos inalámbricos.

En la industria de la salud, una de las áreas más prometedoras es el de las aplicaciones de IoT. Esta tecnología es una realidad en el área de la salud y de hecho, ya se ha acuñado el término Internet of Medical Things, lo cual significa que puede ser usada, en cierta medida, para el monitoreo de enfermedades a través de la captura de bioseñales.
Consideración aparte se merece el metaverso. El metaverso es un espacio virtual que utiliza la Realidad Virtual (RV), la Realidad Aumentada (RA) y la Inteligencia Artificial (IA) capaz de recrear un mundo paralelo a la realidad. En las ciencias de la salud, el uso de las tecnologías durante la última década ha aumentado vertiginosamente y los beneficios tanto para los pacientes como para los profesionales son incontables.

La telemedicina, la RA y la RV han florecido, abriendo nuevos horizontes en las ciencias de la salud y más que nunca, uniéndola a los avances tecnológicos, para lograr una atención óptima al paciente. Este avance tecnológico en el uso de la RV y RA ha llegado a un colosal punto de esplendor “el metaverso” el cual ya ha dado sus primeros pasos en disímiles áreas de la vida cotidiana con resultados muy beneficiosos para el bienestar humano. La industria sanitaria no se ha quedado atrás en la implementación de esta naciente promesa tecnológica y sus aplicaciones en el mundo hoy ya son inimaginables, así como sus perspectivas futuras.

EL HOSPITAL DEL FUTURO

La evolución y las variables que deben implantarse afectarán a todo el sistema sanitario. A continuación detallo los principales cambios que se instauraran y darán lugar a la metamorfosis de nuestros hospitales y la transformación de la forma de trabajar de los profesionales de la sanidad.

  1. El hospital se configurará como una plataforma (hub) de alta intensidad tecnológica al servicio de las redes asistenciales. Estas se configurarán en torno a los procesos asistenciales, y los servicios, y las unidades clínicas se reorganizarán en función de su contribución a estos procesos. La planificación y el diseño del hospital, así como su estructura organizativa y de gestión, estarán al servicio de las redes asistenciales a las que den soporte.
  2. El hospital se organizará por procesos asistenciales y deberá modificar su organización. Por lo tanto, la organización asistencial del hospital integrará y organizará todos los recursos asistenciales que en él operen, adoptando una disposición matricial, centrada en procesos, que reemplace a la actual organización piramidal y jerarquizada
  3. La intensidad tecnológica y de cuidados aumentará, la duración de la estancia disminuirá y el hospital deberá asegurar la calidad 24 h del día los 365 días del año. La asistencia ambulatoria a los procesos agudos será la opción predeterminada. El ingreso en el hospital estará indicado solo cuando lo demande la intensidad tecnológica y/o de vigilancia y cuidados. El alta se dará lo más precozmente posible, cuando se pueda asegurar una atención de calidad al paciente en un ámbito menos intensivo (desde los centros de cuidados intermedios hasta el domicilio del paciente).
  4. La atención sistemática al paciente crónico complejo desdibujará las barreras entre atención especializada, atención primaria y los servicios sociales. La continuidad asistencial es uno de los principales retos de la asistencia sanitaria y especialmente en el paciente crónico complejo. La continuidad como norma debe ser uno de los principios del hospital del futuro.
  5. El paciente dejará de ser un sujeto pasivo, integrándose activamente en el equipo de salud. La integración del paciente en la gestión de sus problemas de salud es un objetivo relevante en la estrategia para añadir valor. La toma de decisiones compartidas se incorporará a la práctica asistencial habitual. La digitalización será una herramienta potente para incorporar a los pacientes y ciudadanos en la gestión de su salud. La incorporación de la persona enferma en el mismo plano que el profesional llevará a rediseñar procesos y entornos más amigables que los actuales.
  6. Las áreas y unidades asistenciales sustituirán a la actual estructura en servicios y especialidades de los hospitales. Centrar la atención en el paciente y articular la asistencia sanitaria en función de los procesos asistenciales, requerirán una organización del hospital en la que la estructura basada en servicios de especialidades cederá el paso a una organización en la que irán ganando protagonismo las grandes áreas asistenciales. Estas áreas integrarán las áreas de conocimiento y las disciplinas vinculadas a conjuntos de procesos, como áreas del corazón, cáncer, neurociencias, etc.
  7. La digitalización modificará radicalmente la organización y la prestación de servicios, dentro y fuera del hospital, facilitando la asistencia ambulatoria y domiciliaria. La digitalización engloba los avances en las tecnologías de la información y las comunicaciones. La incorporación de estas tecnologías a la sanidad tendrá, como en otros sectores, un carácter disruptivo, modificando radicalmente la forma de organizar y prestar servicios de asistencia sanitaria. Su incorporación y utilización inteligente contribuirá a añadir valor (mejorar los resultados y reducir costes) en sanidad.
  8. Las gerencias de los hospitales establecerá un equilibrio entre gestores y clínicos, incorporará a los pacientes a través de sus organizaciones y transferirá capacidad de gestión a las redes y unidades asistenciales. El cambio de foco desde la actividad a los resultados (añadir valor) conllevará cambios relevantes en las direcciones de las instituciones sanitarias, incluyendo la de los hospitales. El enfoque «gerencialista» en la organización y gestión de los hospitales tiene, en la actualidad, una limitada eficacia.
  9. Variabilidad organizativa, homogeneidad en calidad y organizaciones duales. Para adecuar la asistencia a las necesidades de la población se deberán rediseñar los servicios para que presten diferentes modelos de atención que satisfagan mejor las necesidades de todos los ciudadanos, incorporen los avances científicos y tecnológicos, y superen las barreras entre organizaciones y ámbitos asistenciales que dificulten una atención integral.
  10. La medicina interna y el médico internista serán agentes clave de «El hospital del futuro» Si la continuidad como norma es uno de los principios del nuevo modelo, las dimensiones relativas a la integralidad y continuidad caracterizan el ámbito de actuación más frecuentemente reconocido de la medicina interna.

CONCLUSIONES

La evolución de las variables demográficas constituye un problema esencial del estado del bienestar español y condiciona su sostenibilidad. La brusca caída de la natalidad desde la década de 1970, junto con el rápido crecimiento de la esperanza de vida, ha provocado cambios radicales en la pirámide poblacional, que continuará estrechándose por la base y ampliándose por la parte superior. Ello ha provocado, y provocará todavía más en el futuro, importantes tensiones derivadas del incremento de los gastos (esencialmente en pensiones de jubilación y en sanidad) y del descenso de los ingresos por cotizaciones sociales e impuestos.

El futuro de la salud no se puede predecir, pero si hacemos un análisis retrospectivo y echamos la mirada hacia atrás, podemos ver tendencias bien marcadas durante el curso que ha ido tomando la atención y cuidados sanitarios a nivel global. De esta forma podemos proyectar, ceteris paribus, su posible evolución futura.

Si somos capaces de acomodar y adaptar nuestros valores a esta, una nueva forma
de práctica e investigación médica, reflexionar sobre sus posibles limitaciones, el impacto ético en la sociedad y la vida de las personas, y como consecuencia poner medidas, es muy posible que saquemos todo el partido de la medicina digital para hacerla más humana y efectiva. Si no es así, es muy probable que seamos testigos de una medicina digital para unos pocos y no para la mayoría. Sin embargo, si ponemos en marcha las medidas correctas, éticamente hablando, el futuro de la salud será fructífero y esperanzador.

Lo que se avecina con IoT y la cuarta revolución industrial, especialmente en relación con la salud, la epidemiología y la salud pública, será un escenario bastante disruptivo, pero lleno de oportunidades para lograr una medicina más eficiente, asequible y precisa.

El futuro con IoT apunta a una medicina más personalizada y predictiva. Ofrecerá oportunidades sin precedentes para lograr dejar de apagar fuegos y apuntar, realmente, a una atención en salud más proactiva y preventiva, donde los algoritmos y el aprendizaje automático de las máquinas llevarán a otro nivel la investigación en salud.

Enfermero de Atención Primaria, Máster en Atención Prehospitalaria y Hospitalaria Urgente

BIBLIOGRAFÍA

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