Desde sus orígenes, la medicina ha estado más ligada a la cura de las enfermedades que a su prevención. Con los últimos avances en ciencia, tecnología y procesamiento masivo de datos, este paradigma está cambiando, focalizándose en mantener la salud de los individuos, previniendo la aparición  de enfermedades. Este nuevo enfoque se llama “Medicina 4P”, el cual propone que la medicina debe ser Preventiva, Participativa, Predictiva y Personalizada.

La medicina está pasando de una disciplina reactiva a una predictiva, participativa, personalizada y preventiva (“Medicina 4P”). Lo anterior, será posible en la medida en que podamos obtener información y conocimiento de los datos relacionados con la salud de los pacientes, en particular, sobre su DNA, historia clínica y el entorno en el que han vivido, entre otros. Claramente, estamos ante un gran desafío, el cual comienza con la mantención y la consolidación de datos que garanticen un acceso seguro para fines de estudio, y por supuesto, para ayudar a los pacientes con sus dolencias.

La Inteligencia Artificial (IA) es quizás la mayor revolución tecnológica del siglo XXI. Sus inicios se pueden situar a finales de los años 50, cuando el célebre matemático inglés Alan Turing empezó a preguntarse sobre qué condiciones se necesitaban para considerar inteligente a una máquina.

En la actualidad, prácticamente ningún desarrollo tecnológico escapa al uso o influencia de la IA. La podemos encontrar en situaciones cotidianas como la cafetera que nos prepara un capuchino o algunas más sofisticadas, como un robot que realiza una cirugía compleja a un paciente que posee una complicación cardíaca crítica.

Hoy en día la IA es un término general de gran alcance, que abarca desde la automatización de procesos robóticos hasta la robótica actual. Ha alcanzado relevancia básicamente en el análisis de grandes volúmenes de datos e información, el incremento en la velocidad y capacidad de proceso de los equipos informáticos, lo asequible de las nuevas tecnologías, la difusión y propagación de las conexiones a internet, entre otros aspectos, que han permitido dar a conocer los avances generados en diferentes ámbitos, lo que ha despertado el interés de la sociedad para adentrarse en este tipo de soluciones.

De las aplicaciones más populares de IA, las utilizadas en el sector salud son las que representan la mayor proporción, en cuanto al uso y expectativas, refieren. Quiero destacar el asistente robótico para cirugías o robot-assisted surgery, este asistente da la posibilidad al profesional médico de realizar operaciones sin la necesidad de que el facultativo y paciente se encuentren en el mismo espacio geográfico. Las virtual nursing assistant o enfermeras virtuales son aplicaciones de IA que asisten al paciente en cualquier momento que este desee, mediante una aplicación que puede descargarse de internet a un dispositivo móvil.  La enfermera virtual puede hacer seguimiento diario de los valores y mediciones que el paciente mismo puede realizarse desde su casa y todo con la guía profesional virtual que incluso tiene la capacidad de que en función de la información que el usuario provea recomendar tratamientos o derivar a un centro de salud si así lo considera pertinente.

Entonces, ¿puede una máquina llegar a ser inteligente como un ser humano? Por ahora la respuesta es no.  Se considera que una buena aproximación a la definición de IA está relacionada con el “conjunto de técnicas informáticas que permiten a una máquina” (por ejemplo, un ordenador, un teléfono) realizar tareas que, por lo común, requieren inteligencia tales como el razonamiento o el aprendizaje.

No cabe duda de que la IA está provocando una gran revolución positiva en cuanto a la salud de las personas. Sin embargo, no todo es color de rosas. Al tratarse de datos personales sensibles, su tratamiento debe realizarse bajo estrictas medidas de seguridad y consideraciones éticas. Efectivamente, ¿qué pasaría si, analizando los datos del DNA de un individuo, se detecta que tiene una alta probabilidad de desarrollar diabetes en el futuro? ¿Cubrirá el seguro de salud esta enfermedad? ¿Sufrirá algún tipo de discriminación? No debemos olvidar que el foco de la IA en salud es ayudar a las personas de forma ética y responsable, cuidando que sus datos personales no se utilicen para fines distintos a los de potenciar su bienestar o curar enfermedades que les puedan afectar. De ninguna manera pueden ser utilizados para otros fines que violen los derechos humanos fundamentales.

SALUD, ROBOTS E IA

La IA es una rama de las ciencias de la computación que incluye conceptos muy transversales relacionados con la lógica y el aprendizaje. Se trata, por lo tanto, de diseñar herramientas informáticas que simulen procesos de inteligencia humana que incluyen el aprendizaje, el razonamiento y la autocorrección. Mediante diversos algoritmos las máquinas «aprenden» y son capaces de «tomar decisiones». No se trata de ciencia ficción, sino de una realidad que está presente actualmente y que poco a poco va a ir ocupando espacios cotidianos en nuestra casa, en nuestros vehículos y también en los aspectos relacionados con nuestra salud.

En la cultura occidental, sobre todo por la influencia cultural del cine, tenemos una imagen futurista de los robots como humanoides, cuando la realidad actual es otra, vivimos rodeados de IA y robótica. Así la Industria 4.0 se fundamenta en la realidad virtual, la IA y el Internet de las cosas.

Ya tenemos robots funcionando para la realización de pruebas y análisis de laboratorio. Así en el Hospital Universitario de Copenhague, Gentofte (Dinamarca), un primer robot recoge la muestra de sangre y la coloca en un lector de códigos de barras. A continuación, una cámara de visión fotografía el color del tapón roscado e indica al robot que coloque la muestra en una de las 4 gradillas en función de su color. Luego un segundo robot recoge las muestras de las gradillas y las coloca en el alimentador de la máquina para su centrifugado y análisis. Estos robots manipulan alrededor de 3.000 muestras diarias (unos 7-8 tubos por minuto), lo que ha mejorado los tiempos de entrega de resultados.

Se están probando en pacientes tetrapléjicos exoesqueletos, unidades robóticas controladas por placas de ordenador para alimentar un sistema de motores, neumáticos, palancas o sistemas hidráulicos para restaurar la locomoción. Han surgido como una nueva herramienta de rehabilitación en lesionados medulares. Sin embargo, todavía falta evidencia para respaldar su aplicación clínica teniendo en cuenta su alto coste.
La universidad de Brown está explorando con tecnología Intel®, un proyecto de Interfaz Inteligente de Columna que tiene como objetivo utilizar la tecnología de IA para restaurar el movimiento y el control de la vejiga en pacientes con parálisis por lesiones graves de la médula espinal. Un equipo internacional de científicos ya ha utilizado una «interfaz cerebro-espinal» inalámbrica para evitar las lesiones de la médula espinal en un par de macacos Rhesus, restaurando el movimiento intencional de caminar en una pierna temporalmente paralizada.

En cuanto a la robótica quirúrgica también ha evolucionado progresivamente desde el primer procedimiento neuroquirúrgico asistido por un robot en 1985, donde se utilizó el robot industrial PUMA 560 (no diseñado para labores médicas) para introducir una guía para una biopsia cerebral. Posteriormente se empezaron a diseñar los primeros robots, puramente quirúrgicos, como asistentes del cirujano en operaciones de múltiples órganos y aparatos. Algunos modelos de robots quirúrgicos son: AESOP® (acrónimo de sistema endoscópico automatizado para un posicionamiento óptimo) empleado como asistente robótico controlado por voz para cirugía endoscópica, el robot estereotáctico NeuroMate®32 que es un sistema que se utiliza en centros neuroquirúrgicos para administrar tratamientos y realizar procedimientos de estimulación cerebral profunda, neuroendoscopia, estereoelectroencefalografía, biopsias e investigación; el extinto sistema robótico ZEUS® con el que se realizó la primera telecirugía del mundo en 2001, conocida como la operación Lindbergh, una exitosa colecistectomía laparoscópica de dos horas de duración, que se realizó en una paciente en un hospital de Estrasburgo, Francia, realizada por un equipo quirúrgico en Nueva York, EE. UU., el Sistema Robótico Quirúrgico Da Vinci® que en su versión más reciente, el sistema da Vinci Xi® permite una visión en 3D con un aumento de hasta 10 veces y elimina el temblor fisiológico, utilizándose principalmente en intervenciones de urología, cirugía general y ginecología oncológica, pero también en cirugía oral y maxilofacial, cirugía pediátrica, cirugía torácica o cirugía cardíaca; Probot®, diseñado para realizar prostatectomías36, Robodoc® para cirugía ortopédica, Acrobot® para cirugía de rodilla38 y CyberKnife® sistema de radiocirugía robótica diseñado para tratar tumores ubicados en todo el cuerpo de manera no invasiva, entre otros.

UTILIZACIÓN DE ROBOTS Y PRINCIPIOS ÉTICOS

La automatización y la inclusión de los robots y las máquinas en general en la toma de decisiones que afectan a los seres humanos conllevan una serie de consideraciones éticas de gran importancia. Por un lado, la capacidad de cálculo por parte de las máquinas es mucho más rápida y precisa que la humana, pero existen variables no numéricas relacionadas con aspectos no tangibles que las máquinas aún no son capaces de incluirlas en sus procesos de decisión.

Disponer de robots que realizan tareas complejas para la toma de decisiones (por ejemplo, diagnósticos) tiene unas implicaciones éticas de gran importancia. La Unión Europea ha elaborado una guía de consideraciones éticas en la que se proponen 3 principios básicos para conseguir una IA fiable:

  1. Asegurarse de que la IA esté centrada en el ser humano: La IA se debe desarrollar, implementar y utilizar con un «propósito ético», fundamentado y que refleje los derechos fundamentales, los valores sociales y los principios éticos de la Beneficencia (hacer el bien), Maleficencia (no hacer daño), Autonomía de los seres humanos, Justicia y Explicabilidad.
  2. Confiar en los derechos fundamentales, principios éticos y valores para evaluar prospectivamente los posibles efectos de la IA en los seres humanos y el bien común. Prestar especial atención a las situaciones que involucran a los grupos más vulnerables, como niños, personas con discapacidades o minorías, o situaciones con asimetrías de poder o información, como entre empleadores y empleados, o empresas y consumidores.
  3. Reconocer y tener en cuenta el hecho de que, si bien aporta beneficios sustanciales a los individuos y a la sociedad, la IA también puede tener un impacto negativo. Permanecer atento a las áreas de preocupación crítica.

EN CONCLUSIÓN

Las intervenciones desarrolladas para velar por la salud de la población están cambiando, pasando de ser tareas centradas en la curación o en los cuidados paliativos, a orientarse a preservar el bienestar de las personas a través de diversos métodos que se anticipan a posibles dolencias/patologías. Esta nueva perspectiva considera que, los individuos son el centro de cualquier iniciativa. Por lo tanto, la recolección adecuada de datos de calidad relacionados con la vida y la salud de estos es muy importante. Desde hace varios años se han realizado diferentes esfuerzos para mejorar los procesos de recogida y almacenamiento de datos relacionados a esta materia, para su posterior mantenimiento, transmisión y explotación. Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos, en muchos lugares aún no existe una historia clínica electrónica unificada, lo cual es fundamental para aplicar los conceptos detrás de la medicina 4P. Pese a lo anterior, se visualiza que es cuestión de tiempo que la situación mejore. Por ahora, los esfuerzos se han centrado en optimizar la utilización de los datos relacionados con la salud de los pacientes con el fin de crear diversas aplicaciones y sistemas que tienen como objetivo mantener sana a la población.

Teniendo en cuenta este escenario y el hecho ineludible de que los datos relacionados con la salud solo crecen en complejidad y tamaño, es fundamental contar con herramientas automatizadas para extraer información y conocimiento, con el propósito de apoyar la toma de decisiones en el campo de la medicina. Es aquí donde la IA juega un papel fundamental, posibilitando el procesamiento masivo de datos, la automatización de procesos, la entrega oportuna de información y conocimiento y, por supuesto, el apoyo a la prevención de enfermedades. Estamos a las puertas de una nueva medicina, mucho más participativa, predictiva, preventiva y personalizada, donde el trabajo conjunto entre el personal sanitario y la IA está dando frutos cada vez más significativos; lo que también conlleva una gran responsabilidad, pues este tremendo poder tecnológico tiene que ser usado correctamente. El tratamiento de datos relacionados con la salud de las personas debe realizarse de forma segura, responsable y, especialmente, éticamente, velando por la salvaguarda de los derechos humanos de las personas por encima de todo. Solo así se podrá acceder realmente a los beneficios de la IA en el ámbito sanitario.

La inclusión de nuevas tecnologías es distintos ámbitos de la vida es inminente, sin embargo, no es posible predecir las consecuencias de su uso en un futuro, más bien lo que el usuario común puede hacer es albergar la esperanza de que las mismas mejoren las condiciones de vida del ser humano y no se conviertan en la amenaza que actualmente varios vaticinan.

El ser humano se encuentra inmerso en una constante búsqueda por seguir ampliando sus horizontes hacia un futuro donde alcanzar su máximo desarrollo. En plena era de la tecnología, son muchos los desafíos que revolucionan el mundo que conocemos a cada segundo. Aunque no percibamos esta rápida evolución, todos entenderemos que la sociedad de 2050 no se parecerá en absoluto a la actual.

Enfermero de Atención Primaria, Máster en Atención Prehospitalaria y Hospitalaria Urgente


BIBLIOGRAFÍA

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