Jori Samonen

por Jennifer E. Geller BS, Gloria A Bachmann MD

La medicina narrativa ha sido una herramienta bien documentada utilizada en la educación médica de pregrado. Se ha observado que la integración de la medicina narrativa en los planes de estudios de medicina es eficaz para que los alumnos -y, en última instancia, los futuros profesionales- procesen sus encuentros con los pacientes y mejoren la humildad cultural, la empatía y la profesionalidad, componentes fundamentales de una atención eficaz centrada en el paciente. Mientras que la escritura por parte de los estudiantes de medicina ha aumentado como parte de los planes de estudios médicos, lo que está mucho menos documentado y utilizado son los beneficios de las narraciones proporcionadas por los pacientes, a pesar de los alentadores datos preliminares generados en el ámbito ambulatorio. La medicina basada en la narración con la participación de los pacientes se traduciría en la integración de las narraciones proporcionadas por los pacientes, especialmente los que se enfrentan a enfermedades crónicas y potencialmente mortales, en sus citas ambulatorias y hospitalizaciones.  Sin embargo, al mismo tiempo falta una definición clara de lo que significa «utilizar la historia del paciente en la asistencia», lo que provoca una falta de comprensión unificada en cuanto a su aplicabilidad.

Dado el auge de la medicina narrativa como concepto comprendido en el sistema de educación médica, proponemos las narrativas basadas en el paciente como otro «signo vital», tanto enfatizando su importancia como la trazabilidad entre las visitas posteriores del paciente. Al igual que tener el pulso en la constancia de constantes vitales del paciente, hacer que el paciente describa cómo se siente y con sus propias palabras a lo largo del tiempo y documentar sus palabras es como otro punto de datos para establecer tendencias. A nivel individual, como ocurre en las consultas de los médicos de cabecera, la posibilidad de que los pacientes escriban sus pensamientos -dolores, miedos, esperanzas, etc.- y lo que les gustaría comentar con su médico también puede ayudar a derribar la barrera que algunos pacientes perciben en la jerarquía de la medicina y que conduce a una comunicación incompleta en las visitas a la consulta o en las estancias hospitalarias. Siguiendo con la medicina general, en la atención quirúrgica los pacientes pueden tener miedos y ansiedad antes de la operación, por lo que pedir al paciente que los escriba puede permitir al cirujano hacerse una idea más profunda de la situación emocional y física del paciente. Dado que estos sentimientos evolucionan con el tiempo, los médicos están mejor preparados para atender al paciente en su totalidad, ya que lo conocen mejor. Sin embargo, para ofrecer este método de comunicación en la atención al paciente, la tecnología debe adaptarse para que las narraciones puedan cargarse en el sistema de historia clínica electrónica (HCE). Debe incluir indicaciones que ayuden a los pacientes a expresar lo que quieren compartir con su profesional.

La aceptación general de este tipo de pulso sobre cómo se siente un paciente requiere la aceptación por parte de los profesionales, que comienza en el nivel de formación. Educar a la próxima generación de profesionales sobre la importancia de las historias de los pacientes a la hora de informar sobre su atención ayudará a crear una confianza interprofesional que trascenderá la creación de confianza con los pacientes. También permite a los profesionales de distintas especialidades comprender cómo se sienten sus pacientes en los distintos ámbitos de su atención médica; por ejemplo, el cardiólogo puede entender mejor cómo se siente la paciente respecto a su atención obstétrica. Esto fomenta una medicina más colaborativa y puede comenzar cuando se enseña a los estudiantes la importancia de dicha colaboración.

En resumen, la participación de los pacientes en la escritura terapéutica es el siguiente paso para obtener una comprensión más profunda de sus cuidados que pueda seguirse a lo largo del tiempo. Los siguientes pasos deberían incluir: 
1. enseñar a los alumnos cómo pueden animar a sus pacientes a poner sus pensamientos por escrito; 
2. la posibilidad de que los pacientes suban estas narrativas a sus historiales; 
3. que los profesionales lean y sigan todas las narrativas de sus pacientes a lo largo del tiempo, independientemente de la consulta de especialidad o la hospitalización para la que se escribió la narrativa. 
Del mismo modo que se controla la tensión arterial de un paciente a lo largo del tiempo, éste es el siguiente paso en la comunicación abierta entre pacientes y médicos, que aumenta la confianza y, por tanto, contribuye a obtener resultados óptimos para los pacientes en equipo.

Agradecimientos: Gracias a la clase electiva de Literatura en Medicina de la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson por la fructífera discusión que contribuyó a este artículo de opinión.

Artículo publicado originalmente en PLOS (ingles)

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