La experta en salud digital Rachael Kent, del King’s College London, señala
que el éxito de estos mensajes no es casual ni espontáneo, sino un producto
de las plataformas que explotan la rentabilidad publicitaria de “los
contenidos que prenden emociones”. Según Kent, “el sistema premia el
espectáculo, no la ciencia”. He aquí lo que dice la ciencia.
¿CÓMO PUEDE DAÑARNOS EL SOL, SI HEMOS EVOLUCIONADO BAJO SUS RAYOS?
Los bulos sobre los riesgos de la exposición al sol se apoyan en una
deficiente comprensión de nuestra relación con las condiciones naturales del
entorno. La antropóloga Nina Jablonski, de la Universidad Estatal de
Pensilvania, explica que la convivencia con la radiación solar ha granjeado
cierta protección mediante una piel más oscura a las poblaciones más
expuestas; pero, en cualquier caso, no una invulnerabilidad.
De hecho, fue la presión de este factor la que mantuvo la pigmentación
intensa en las regiones más castigadas por el sol, mientras que se perdió en los humanos que migraron al norte. Conscientes del riesgo, los humanos
antiguos ya se protegían hace milenios mediante primitivos remedios como
el mineral ocre, la cáscara de arroz y otros.
Un estudio publicado en Science en 2025 muestra que la protección pudo diferenciar la supervivencia de sapiens y neandertales hace 41 000 años,
cuando la inversión de los polos magnéticos dejó a Europa más expuesta a
la radiación solar; los segundos se extinguieron poco después.
¿CÓMO CONSEGUIR UN BRONCEADO SALUDABLE?
Tradicionalmente la palidez era símbolo de estatus, ya que la huella del sol
en la piel se asociaba a la faena al aire libre de los campesinos y obreros.
Se atribuye a la icónica Coco Chanel el haber cambiado las tornas
convirtiendo el bronceado en el marchamo de una vida privilegiada y ociosa.
Pero ya por entonces se conocían los perjuicios del sol y el vínculo con el
cáncer de piel, incluyendo el melanoma y otros; un riesgo que se acumula,
sobre todo durante la infancia, y que puede causar enfermedad décadas
después.
Por ello y según el criterio de numerosos expertos, “no existe el
bronceado saludable”, escribe Jablonski; “un bronceado no te protege de un
mayor daño solar, sino que es el signo del daño mismo”.
Dicho daño viene causado por la radiación ultravioleta (UV), que se divide
en tres bandas según su longitud de onda; todos los UVC, de onda más
corta, y el 90 % de los UVB quedan bloqueados en la atmósfera, por lo que
la mayoría de lo que llega hasta nosotros es UVA con un pequeño componente
de UVB.
Esto es relevante porque actúan de distinta manera sobre la piel: mientras
que los UVB provocan sobre todo quemaduras y daños en el ADN celular, los
UVA penetran a mayor profundidad formando radicales libres, destruyendo el
colágeno de la piel y dejando arrugas y manchas. El moreno de rayos UVA,
producto del sol o de camas de bronceado, se paga años después con una
piel estropeada y envejecida; es la causa del 80 % del envejecimiento facial.
No existe el bronceado saludable; un bronceado no te protege de un mayor
daño solar, sino que es el signo del daño mismo
Nina Jablonski, Universidad Estatal de Pensilvania
Tanto los UVA como los UVB son agentes causales de cáncer de piel, por lo
que se recomienda protegerse de ambos por medio de los filtros solares
llamados de amplio espectro.
¿QUÉ TIPOS DE PROTECTORES SOLARES EXISTEN?
Por su modo de acción, los compuestos presentes en las lociones se dividen
en los de acción física o química. Los primeros bloquean, reflejan y
dispersan los UV impidiendo que lleguen a la piel gracias a ingredientes
como el óxido de cinc o el dióxido de titanio. Antiguamente estos se
utilizaban en formulaciones de partículas de gran tamaño que resultaban muy
aparatosas a la vista, en forma de pasta blanquecina. Las actuales emplean
nanopartículas invisibles.
En cuanto a los protectores químicos, funcionan absorbiendo los UV en la
estructura de sus moléculas y convirtiéndolos en calor. Entre estos figuran
la avobenzona, la oxibenzona, el octocrileno, el octinoxato o metoxicinamato
de octilo, el homosalato y otros. Muchas lociones solares combinan
protectores físicos y químicos.
¿QUÉ ES EL FACTOR DE PROTECCIÓN SOLAR?
En las lociones comerciales, el grado de protección frente a los UVB se
detalla mediante el factor de protección solar (FPS o SPF en inglés), cuyo
significado es doble: por un lado, expresa la cantidad de UVB que no se
bloquea; un protector de factor 50 deja pasar a la piel una cincuentava
parte (1/50) de los UVB totales, es decir, un 2 %. Por lo tanto, la
diferencia entre FPS 30 y 50 es menor de lo que podría parecer, ya que el
primero deja pasar solo un 3,3%.
Alternativamente, se habla también del FPS como el factor que multiplica
el tiempo necesario para quemarse bajo el sol: una loción con FPS 30
retrasa la aparición de quemaduras de 10 minutos sin ella a 300 minutos.
Técnicamente, suele definirse como la proporción de energía UV necesaria
para producir una dosis mínima de eritema en la piel protegida respecto a
la no protegida. En cuanto a la protección contra los UVA, según la UE
debería ser al menos de un tercio de la protección frente a los UVB.
¿CUÁNTO Y CADA CUÁNTO TIEMPO APLICARLO?
Otro factor heterogéneo en la oferta de lociones solares es su formato, por
ejemplo crema en tubo o bote, roll-on o espray… Esto puede determinar si se
usa correctamente: una regla sencilla es aplicar (20 minutos antes de la
exposición) la cantidad equivalente a una cucharadita de té en cada
extremidad, un volumen similar para la espalda, lo mismo para pecho y
abdomen, y otro tanto para cara y cuello.
Con un roll-on o espray es más probable quedarse corto de cantidad; la
mayoría de las personas solo utilizan entre un cuarto y un tercio de lo
recomendado. Hoy muchas de las fórmulas se publicitan como resistentes al
agua. Pero incluso en estos casos debe tenerse en cuenta que tanto el agua
como el roce tienden a eliminar la loción, por lo que es necesario
reaplicarla cada dos horas.
¿SON TÓXICOS PARA EL MEDIO AMBIENTE, EN PARTICULAR LOS ARRECIFES DE CORAL?
En 2008 se describió por primera vez el efecto nocivo de la oxibenzona y el
octinoxato, ingredientes de las lociones solares, en el blanqueamiento de
los corales, un fenómeno que a menudo los lleva a la muerte al privarlos de
la protección de sus microalgas simbióticas. En 2018 el Estado de Hawái
aprobó la prohibición de los productos con estos compuestos, una decisión a la que se unieron Palau, Aruba, las Islas Vírgenes y otros lugares.
Por lo tanto, no hay discusión sobre la toxicidad de dichos ingredientes
para los arrecifes. En cambio y dado que lo anterior se refiere a estudios
de laboratorio, sí la hay sobre la magnitud de estos efectos en
condiciones reales.
A pesar de lo abultado de las cifras —cada año se fabrican 10 millones de
toneladas de protectores solares, de las cuales entre 6 000 y 14 000 pasan
de la piel de los bañistas a los arrecifes de coral, a lo que se suma el
vertido de estas sustancias en las aguas residuales—, solo un muestreo en
un arrecife muy frecuentado de las Islas Vírgenes de EE UU encontró
grandes concentraciones de oxibenzona, diez veces la dosis letal para las
larvas del coral.
El blanqueamiento de corales a escala global y regional está causado por
el calentamiento antropogénico, no por los protectores solares
Terry Hughes, Universidad James Cook
Así, y mientras algunos científicos denuncian la toxicidad de los
fotoprotectores en condiciones reales, otros sostienen que el impacto real
es insignificante frente a otros factores: en palabras del ecólogo Terry Hughes, de la Universidad James Cook de Australia, “el blanqueamiento de
corales a escala global y regional está causado por el calentamiento
antropogénico, no por los protectores solares”. A ello se une la
contaminación de los desarrollos costeros y la agricultura.
¿SON SEGUROS PARA EL ORGANISMO?
En 2019 una investigación reveló que un uso intensivo de estos productos
permitía que sus ingredientes se absorbieran al torrente sanguíneo; lo cual,
escribían los autores, apuntaba a “la necesidad de más estudios para
determinar la importancia clínica de estos resultados”.
Aunque estos datos causaron cierto revuelo en los medios, en realidad el
estudio no reportaba niveles de estos compuestos por encima de límites
permitidos o seguros, ni presentaba evidencias de toxicidad. Y si bien
algunos ingredientes como la oxibenzona o el homosalato podrían actuar como
disruptores endocrinos, las concentraciones halladas en la sangre están 100
veces por debajo de las que causarían algún efecto de este tipo, según las directrices de la Unión Europea. Los límites permitidos de estos
ingredientes se regulan para mantenerse siempre dentro de un amplio margen
de seguridad.
¿ES NECESARIO EVITAR TODA LA EXPOSICIÓN AL SOL?
Una duda que suele asaltar a los usuarios es si evitar el sol o bloquearlo
por completo puede afectar a la facultad de la piel de producir vitamina D,
un micronutriente esencial para la salud de los huesos y posiblemente de otros órganos que elaboramos gracias a la radiación solar, cuya carencia se
ha relacionado con diversas enfermedades y cuya utilidad en forma de
suplemento alimentario ha sido cuestionada por las investigaciones.
Lo cierto es que los UVB no se bloquean por completo ni siquiera con FPS 50,
y los estudios muestran que, en palabras de los fotobiólogos Karl Lawrence y Antony Young del King's College London, coautores de uno de dichos trabajos,
“el uso típico de los protectores solares no inhibe la producción de
vitamina D”.
Pero no puede ocultarse que una parte de la comunidad científica defiende
los beneficios de una exposición moderada al sol, evitando las situaciones,
los lugares y los horarios de mayor riesgo.
El uso típico de los protectores solares no inhibe la producción de vitamina
D
Karl Lawrence y Antony Young, King's College London
Un ejemplo de ello es la Organización Mundial de la Salud (OMS): la rama
sanitaria de Naciones Unidas admite que “una cierta exposición a los UV es
beneficiosa para la salud, en particular para la vitamina D”. La OMS no
recomienda una exposición cero, sino limitarla de 10:00 a 16:00, sobre todo
si el índice de UV es mayor de 3, tomar precauciones para evitar la
sobreexposición, incluyendo una loción de amplio espectro de FPS 15 o
superior reaplicada cada dos horas; y, eso sí, huir de las lámparas solares
y centros de bronceado.
Artículo publicado originalmente en SINC
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