Un estudio longitudinal de la Universidad Northwestern de EE UU muestra,
tras 25 años de investigación, que algunas personas mayores mantienen una
memoria equivalente a la de individuos de 50 años, gracias a cerebros
resistentes y a estilos de vida marcados por la sociabilidad
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Pxhere |
Tener más de 80 años y conservar una memoria como la de una persona de 50 no
es solo una excepción anecdótica. Así lo confirma un cuarto de siglo de
investigación liderado por científicos de la Facultad de Medicina de la
Universidad Northwestern, en Estados Unidos, centrada en los llamados
superagers, personas mayores cuya capacidad cognitiva desafía las
expectativas del envejecimiento.
El estudio, que se publica en la revista Alzheimer’s & Dementia, reúne
los hallazgos más relevantes de 25 años de trabajo clínico y
neuropatológico. Su publicación forma parte de un número especial que
conmemora el 40º aniversario del Programa de Centros de la Enfermedad de
Alzheimer del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento y los 25 años del
Centro Nacional de Coordinación del Alzheimer.
Los investigadores definen a los superagers como personas de 80 años o más
cuya memoria episódica —es decir, la capacidad de recordar eventos y
experiencias pasadas— es comparable a la de personas tres décadas más
jóvenes. Esta extraordinaria capacidad, lejos de ser un mero capricho
biológico, está vinculada a un perfil cerebral distintivo y a ciertos rasgos
de personalidad que podrían inspirar nuevas estrategias para preservar la
salud cognitiva.
“No solo es posible tener una memoria excepcional en la vejez, sino que está
relacionada con características neurobiológicas únicas”, explica Sandra
Weintraub, profesora de psiquiatría y neurología en la Universidad
Northwestern y autora principal del artículo. “Esto abre la puerta a
intervenciones dirigidas a conservar la función cerebral incluso en las
últimas décadas de vida”.
CASI 300 PARTICIPANTES
Desde el año 2000, el Centro Mesulam de Neurología Cognitiva y Enfermedad
de Alzheimer ha estudiado a 290 participantes dentro de su proyecto
superagers. Hasta la fecha, 77 de ellos han donado sus cerebros para su
análisis post mortem, lo que ha permitido comprender mejor los factores
que protegen frente al deterioro cognitivo. En algunos casos, los
científicos detectaron la presencia de placas amiloides y ovillos de
proteína tau —los marcadores clásicos del alzhéimer—, pero
sorprendentemente estos elementos no siempre afectaban a la memoria.
Weintraub resume así las dos posibles explicaciones: algunas de estas
personas presentan resistencia, es decir, no desarrollan las proteínas
asociadas al alzhéimer; otros, en cambio, muestran resiliencia, ya que sí
las presentan, pero no provocan daños funcionales en su cerebro.
A nivel estructural, los cerebros de los ‘superancianos’ no muestran el
adelgazamiento de la corteza cerebral típico del envejecimiento. Incluso
presentan una corteza cingulada anterior —una región clave para la toma de
decisiones, la motivación y las emociones— más gruesa que la de personas
más jóvenes. Además, estos individuos poseen un número superior de
neuronas relacionadas con el comportamiento social, y células entorrinales
más grandes, esenciales para la memoria.
Aunque sus estilos de vida varían en cuanto a ejercicio físico o
alimentación, los ‘superancianos’, comparten un rasgo común: una intensa
vida social. La mayoría mantiene relaciones interpersonales fuertes y se
describe como personas sociables, abiertas y emocionalmente conectadas, lo
que podría ser un factor clave para su salud cerebral.
MUCHOS DONAN SUS CEREBROS
El término superager fue acuñado por el neurólogo Marsel Mesulam, fundador
del centro que lleva su nombre, y pionero en el estudio de este fenómeno
desde finales de los años noventa. Su equipo realiza un seguimiento anual
de los participantes e invita a quienes lo deseen a donar su cerebro tras
la muerte.
“Muchos de los hallazgos de este trabajo han sido posibles gracias a las
donaciones de cerebros de superagers que fueron seguidos durante décadas”,
destaca Tamar Gefen, coautora del estudio y directora del Laboratorio de
Neuropsicología Traslacional de Northwestern. “La donación cerebral
permite descubrimientos incluso después de la muerte, ofreciendo una forma
de inmortalidad científica”.
Los investigadores esperan que el conocimiento acumulado durante estos 25
años no solo ayude a redefinir el envejecimiento saludable, sino que
también sirva para diseñar nuevas estrategias de prevención frente a
enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o la demencia
frontotemporal.
Referencia:
Weintraub, S. et al. The first 25 years of the Northwestern Superaging
Program. Alzheimer’s & Dementia (2025).
Artículo publicado originalmente en SINC
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